Con el
derecho siempre procuro mirar para otro lado, igual que con las finanzas. Confieso
que las personas que visten traje y corbata siempre me transmitieron
desconfianza, recelo; así que los miembros de ambos mundos profesionales, que
cada mañana acuden a estos relucientes edificios de oficinas escondiendo sus
miserias tras esa tira de tela, me dan mala espina. Sí, lo sé, será un
prejuicio tonto, pero las últimas notificaciones que recibí están redactadas
por gente como usted, y mire, ya me cansé de mirar para otro lado. Así que haga
el favor de apartarse o le mancharé con gasolina. Por cierto, no se canse,
todas las puertas están atrancadas.