2015 es el año de Marty McFly.
Aquí estamos haciendo nuestro
viaje en el tiempo, a una velocidad media de 30,42 días/mes, consumiendo ya un
7% del año y los coches siguen sin volar.
Hace veintiséis años que algunos estamos
esperando que llegara ese futuro, desde 1989, cuando se estrenó la segunda
película de la saga Regreso al futuro.
La primera es de 1985, cuando Marty McFly, el personaje interpretado por
Michael J.Fox, ese esencial del cine de los ochenta, le dice al doctor Emmett
Brown una de las frases míticas que todo friki que se precie ha de conocer:
Y efectivamente, el próximo 21 de
octubre del presente, Marty, su novia Jennifer y Doc llegarán a Hill Valley
para evitar que el hijo de los dos primeros se meta en problemas.
Sin duda es la película más
famosa de viajes en el tiempo, un tema que ha dado para mucho, y desde hace
mucho. ¿Quién no intentaría cambiar algo que hizo en el pasado? ¿Quién no
querría volver atrás para evitar errores de los que aún se arrepiente? ¿O quién
no querría viajar al futuro para saber cómo serán las cosas, si los coches
volarán, si exploraremos el Universo, si nos mataremos en una Tercera Guerra
Mundial, si haremos contacto con seres de otros planetas que nos enseñarán
cosas fantásticas o que quizá nos esclavicen…? ¿Qué no darían arqueólogos e
historiadores para confirmar sus teorías y sus estudios?
Recuerdo cuando era niño, aún en
la pubertad, y en Historia estudiaba los diferentes pueblos que habían pasado
cerca de Elche. Me preguntaba cómo serían muchos siglos atrás los campos en los
que ahora estaba mi casa, si habría por allí algún asentamiento, si las
columnas de elefantes de Aníbal habrían pasado muy cerca de allí cruzando el
Vinalopó. Según dicen los historiadores ya se ha desmentido que pasara
exactamente por la antigua Helike y que su yerno Amílcar Barca muriera ahogado
y envenenado por una fleca allí en el exiguo Vinalopó. Pero yo pensaba que
sería una pasada estar escondido en un rincón, viendo llegar a los primeros
comerciantes fenicios y griegos, a esas columnas de elefantes de Aníbal
atravesando el río camino de Roma… No me digáis que ver eso de primera mano no
es deseable.
Por todos estos motivos se ha
escrito tanto sobre los viajes en el tiempo y, como dije antes, desde hace
tanto. La primera obra de la que se tiene noticia que aborda este tema es Año
7603, del noruego Johan Herman Wessel, en 1781 (sólo 234 años, un
rato…). Mientras que para la primera máquina del tiempo hemos de esperar a que
la imaginara un escritor español: Enrique Gaspar y Rimbau, autor de El
anacronópete de 1887, en pleno estallido de los grandes autores de
ciencia ficción del XIX como Verne, Wells, Conan Doyle…
Esta máquina que imaginó Gaspar y
Rimbau no sólo viajaba en el tiempo sino que también lo hacía en el espacio,
porque llevaba a sus pasajeros a diferentes épocas y lugares. Saliendo desde la
Exposición Universal de París de 1860 van primero a la batalla de Tetuán, de
allí pasan por Granada en el momento de la conquista delos Reyes Católicos, por
la China del siglo III, Pompeya y los tiempos de Noé… Un buen circuito
turístico, ¿no? Y lo mejor de esta obra son los pasajeros de la máquina. A
saber, el inventor de Zaragoza don Sindulfo García, su ayudante Benjamín, la
sobrina Clarita, la sirvienta, el capitán Luis, algunas mujeres franceses de
vida alegre y unos cuantos húsares, imagino que también franceses. Habría que
leer el libro para saber si los húsares se suben a la máquina detrás de las
mujeres de vida alegre o si fue al contrario… Me lo anoto
Pero siguiendo con el repaso de
los viajes en el tiempo. Sin duda la novela más popular de este tema fue La máquina del
tiempo, de H.G. Wells, una obra de la que se han hecho muchísimas
películas y que tiene multitud de referencias en obras posteriores, además de
tener varias lecturas que se van descubriendo en las nuevas visitas que haces
al libro.
Los chicos de The big
bang Theory compraron por ebay una máquina del tiempo a tamaño real pensando
que era un juguete a escala.
Esta máquina de Wells, a
diferencia de la de El anacronópete,
viaja en el tiempo sin moverse de la localización en la que se encuentra, así
que el protagonista del libro nunca sale de Londres.
Aunque bueno, sobre esto de
viajar en el tiempo sin moverse en el espacio hay todo un debate físico-friki
de gran interés donde entra en juego el movimiento de la Tierra, no sólo en el
Sistema Solar, sino en la Vía Láctea y de nuestra propia galaxia y el grupo
local en el que se encuentra. Habría que hablar de sistemas inerciales y de considerar
las ecuaciones de la cinemática de la superficie del planeta con un punto de
referencia fijo a nivel del Universo conocido para asegurar que cuando das un
salto temporal no apareces más allá de la nube de Oort o dentro de una
estrella.
Dejando la Física y volviendo a
la ficción, precisamente en el Londres decimonónico se desarrollan otras dos
obras de viajes en el tiempo, una de ellas, del gaditano Félix J. Palma, es Mapa del tiempo, (2008) ambientada en el
siglo XIX y en la que el protagonista viaja para evitar la muerte de su novia a
manos de Jack el Destripador,
contando incluso con la ayuda del mismo H.G. Wells. La otra, es Las puertas de Anubis (1983) de Tim
Powers. En esta novela, en la que unos estudiosos en literatura viajan al
Londres de principios del siglo XIX para asistir a una conferencia de un poeta
de la época, los protagonistas se ven envueltos en conspiraciones de hechiceros
egipcios que quieren acabar con el imperio británico, viajando también al siglo
XVII a la época de la revuelta de James Scott contra Carlos II de Inglaterra, coincidiendo
con el primer pico de la Pequeña Edad de
Hielo.
El método que tenían los viajeros
en el tiempo del siglo XX de reconocerse era silbar las primeras notas de la
canción Yesterday de Los Beattles.
Además autores como, Asimov,
Lovecraft y Mark Twain han escrito de este tema. La de este último, Un yanqui en la corte del rey Arturo es
divertidísima.
Y referente a libros, tampoco
puedo dejar de hablar de una de las sagas de viajes en el tiempo por
excelencia: Caballo de Troya
del español J.J. Benítez. Son un total de diez libros en los que el autor nos
cuenta la vida de Jesús de Nazaret de boca de un miembro de las Fuerzas Aéreas
estadounidenses, que ha viajado hasta Palestina y se convierte en un seguidor
del fundador del cristianismo.
Relacionado con la vida de Jesús
hay también una obra alemana llamada El
vídeo Jesús, de la que han hecho alguna película, que va de unos
arqueólogos que encuentran en una tumba del siglo I en Jerusalén las
instrucciones de una videocámara que aún no se ha fabricado…
Otra obra en la que los que
interviene el Ejército norteamericano es El
experimento Filadelfia de 1984, basado a partir de supuestos hechos reales:
el proyecto Arcoiris, en el que la Marina quería hacer un barco invisible al
radar. En la película, los protagonistas viajan desde 1943 a 1984.
Además también hemos vistos
viajes en el tiempo en Star Trek¸
donde la nueva saga establece una línea temporal paralela que no invalida lo
que ocurre en la primera saga de películas, una especie de homenaje y
admiración hacia la obra original.
También tenemos paseos temporales
en Lost, la Tardis de Doctor Who, la
mítica Enano Rojo de los ochenta; e
incluso en Futurama, en un capítulo
en el que los miembros de Planet Express viajan
hasta Roswell en 1947, cuando el famoso ovni de Roswell, que no es más que la
nave de reparto interplanetaria de la «sensual y cíclope comandante Leela» (me
gusta decir esto con la voz de Zapp Brannigan). Al final resulta que Fry es su
propio abuelo, un tema recurrente en muchas de las obras de viajes en el
tiempo.
¿Os lo imagináis que os pasara a
vosotros? Ya os he jodido el día…
Por cierto, y estableciendo extrañas
conexiones, ¿sabéis que el personaje Kate de Lost (la innecesaria elfa de El
Hobbit Evangeline Lilly) participa en un atraco a un banco en Nuevo México
al lado de Roswell? Ahí dejo el dato.
BIENVENIDO AL MUNDO DEL FUTURO
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