martes, 22 de junio de 2021

CONCURSO "UN RELATO PARA LEER EN LA RADIO": FIN DE LA PRIMERA TEMPORADA

Tras 20 quincenas de concurso, por fin llegamos a la conclusión de esta primera temporada que comenzó en septiembre de 2020. Han sido nueve meses y medio en los que cada dos semanas, una diversidad de autores y autoras amateurs y semiprofesionales se han animado a participar en este modesto concurso de microrrelatos. Y he de considerar que ha sido un éxito, dados mis pobres medios de difusión.

En total han sido 485  los relatos que han entrado en concurso, más alguno que por error olvidé meter (por lo que pido perdón a las agraviadas). Es decir, casi 500 relatos de un total de 52 participantes diferentes a lo largo de toda la temporada (33% de hombres y 67% de mujeres que han puesto su imaginación al servicio de esta iniciativa),

En las últimas dos semanas pedí a un jurado que valorara los 20 relatos ganadores de cada quincena, así como los 6 que también consiguieron la máxima puntuación aunque no se proclamaran vencedores. Este Gran Jurado estuvo compuesto por escritores y escritoras de Elche (Virginia Rodríguez, Sheila Lumen, Matías González, Eduardo Boix e Ismael Vives), así como Tere Oteo y Ángel Lara (responsables de la editorial Descentrados) y Paco Trigueros, propietario hasta agosto de 2021 de la librería Ali i Truc (a partir de esa fecha me haré cargo yo de la principal librería de Elche).

Además, pedí a los autores y autoras que votaran en esta ocasión a los relatos que también escribí fuera de concurso, de forma que pudiera tener un ganador de entre mis relatos. A continuación os copiaré el relato elegido por los participantes, y luego vamos con el podio de la Gran Final de la primera temporada de este concurso, y los comentarios de algunos miembros del jurado:

(en negrita veréis las frases con las que debían comenzar los relatos y aquellas que marcaron el comienzo de los de la quincena siguiente)

PROMESAS DE SAN JUAN, de David Reche (1ª quincena)

Al final de aquel verano mentiroso la promesa del amor era soledad pegada de nuevo al alma, como esa humedad de las tardes del agosto crepuscular, que te envuelve con la familiaridad del abrazo de una novia que te dejó hace tiempo y a la que decidiste no olvidar.

Añoraba septiembre y que su rutina sepultara inconsciente el recuerdo de risas y gozos de aquella noche sanjuanera, cuya resaca seguía martilleándome dos meses después. Pero contra toda lógica, al final de aquel verano regresé a la que pudo ser nuestra playa, a brindar por un futuro inventado que, como decía la canción, simplemente no existía.


El podio final de la temporada ha sido el siguiente:

En tercera posición, ha quedado el relato

LAS CUATRO ABUELAS, de Américo Fojo.

Al instante, cesaron las risas y tres pares de ojos miraron atónitos a Carmen, cuando dijo a media voz, como si hablara consigo misma:

El otro día llamé al amor de mi vida por teléfono, y cuando atendió, corté rápido…me hizo bien saber que no murió aún.

El juego de cartas quedó olvidado y las tres amigas preguntaron consternadas:

¡Pero Carmen, qué dices! ¿el amor de tu vida? ¿una aventura a tu edad? ¿y por qué cortas antes de hablar?

No hace falta hablar…ella ya sabe quién le llama


Matías González: En el poco espacio del relato se muestra una acción habitual que esconde un hecho trascendental para la protagonista. Se juega con las expectativas y prejuicios de los participantes para crear un gran contraste con el desenlace. El final es lo suficientemente sutil para estimular al lector.



En segunda posición:

VIDAS PARALELAS, de Silvia Espina.

Al final de aquel verano, al llegar a mi casa y abrir la puerta, me vi salir. Intrigada, decidí seguirme.

Caminé varias calles observándome; me espié entrando en un sórdido bar y comenzando a beber, mientras alguien intercambiaba conmigo papelinas por dinero.

Me vi salir del bar y llegar a la estación de tranvías. Muy nerviosa, me situé detrás de mí y allí, sin pensarlo, cuando entró el primer vagón, me empujé con fuerza hacia las vías.

Sorpresa y horror se apoderaron del público, confusión que aproveché para alcanzar discretamente la salida.

Mi vida paralela había desaparecido.


Virginia Rodríguez: Destaco su originalidad, escritura fluida y esa sensación que te deja a final de pensar que podría ocurrirte a ti. Intrigante y sencillo a la vez, fácilmente creas complicidad con él

Tere Oteo y Ángel Lara: Efecto sorpresa. Hay pocos que lo hayan conseguido. Destacamos la calidad narrativa.

Paco Trigueros: Tiene misterio e imaginación, además está resuelto de forma brillante.


en el primer puesto del podio hemos tenido un empate que fue resuelto por Cristina Medina, directora de informativos de Radio Elche Cadena SER y directora del programa Hoy por Hoy Elche, del que forma parte la sección de radio "Libros y música para un paseo en Vespa", donde se ha desarrollado el concurso:

Relato subganador:

VESTIDA DE NEGRO, de Raquel Zaragoza.

Vacía pero segura, avanzo, con un manto negro, oscureciendo la luz del día. «Yo soy la noche, la negrura. Y ahora es… ¡mi momento!».

Dicen de mí que no soy de fiar. Me tachan de embaucadora, y quizá tengan razón. Hoy soy noche cerrada: desnuda de luna y estrellas. Aun así, resulto muy seductora; levanto pasiones entre los noctámbulos amantes de la oscuridad. Soy lo prohibido, el lado oculto de la vida. Pero también soy la que repara, la que inspira…

«La humanidad debe dormir para poder despertar». ¡Shhh…, silencio!, mientras la ciudad duerme, sueña el pueblo.


Sheila Lumen: La originalidad desde el principio con la personificación de la noche, la oscuridad, es increíble. Vuelve bello algo terrorífico. El uso del ritmo y el lenguaje retórico, recuerdan al lector la belleza de la noche. Lo abstracto se concreta en una herramienta para el ser vivo que duerme creyéndose sabio en su ignorancia.



Y el relato ganador de la temporada es:

EL MENDIGO, de también Raquel Zaragoza.

Todos los días me traía papá un trozo de pan para cenar…, y unos céntimos para guardar en mi hucha.

Él fingía que llegaba cansado de tanto trabajar. Yo fingía que le creía.


Tere Oteo y Ángel Lara: Dice mucho con pocas palabras. Destacamos la calidad narrativa. Nos parece un gran micro con todos los ingredientes que han de tener.

Matías González: El relato es extremadamente corto y aun así potencia un contraste muy importante, que hace partícipe al propio título. Densidad.

Eduardo Boix: El mejor relato de todos. Muestra una realdad social sin mucho artificio.




Una vez más, gracias a todo el mundo, autoras, autores y miembros del jurado por su participación.

Seguimos en septiembre de 2021.



viernes, 4 de junio de 2021

CONCURSO "UN RELATO PARA LA RADIO" (Y quincena XX -2020/2021-: A veces ocurre)

  A continuación podéis leer, por orden alfabético a partir del primer relato recibido esta quincena, las obras presentadas en la 20ª edición del concurso de microrrelatos que he organizado para mi sección de cada dos martes en Radio Elche: Libros y música para un paseo en Vespa.

Pedí por las redes y a través de la web MeetUp y mi Facebook que se me envíen microrrelatos que comiencen con la frase «A veces ocurre», frase con la que terminaba el relato ganador de la quincena anterior.

Una vez finalizado el plazo de recepción, es cuando los hago públicos en este blog y pido a los propios autores que valoren los relatos del resto de participantes y puntúen los tres que consideren más completos, con 3, 2 y 1 puntos. Tienen que enviar su veredicto a mi correo electrónico (dareces@gmail.com) para que cada uno de ellos realice su votación sin saber cómo están votando los demás.

Además, el resto de lectores también podéis votar de la misma forma que los autores (3 relatos con 3, 2 y 1 puntos). Vuestras preferencias servirán para que, en caso de empate entre dos relatos, elegir la obra ganadora. Ya hemos tenido que recurrir dos veces de cuatro al voto del público.

El relato ganador será leído en la sección de radio de la semana siguiente y su frase final será la de comienzo de los relatos de la próxima semana.

Además, el autor/a del relato ganador se lleva de regalo un paseo en moto, de Scootatrip.

Tenéis de plazo hasta el lunes 7 de junio a las 14 horas para enviar las puntuaciones a mi correo electrónico (dareces@gmail,com). El relato ganador será leído el martes 8 de junio en el espacio Libros y música para un paseo en Vespa de Radio Elche, sobre las 13:45 del mediodía.

¡Suerte!

ACTUALIZACIÓN 1: Una vez finalizado el plazo de votación, desvelamos la autoría de cada relato.

ACTUALIZACIÓN 2: Una vez desvelado en la radio, ordenamos el orden de los relatos, de menor a mayor puntuación..


¿TARA O HIPERSENSIBILIDAD?, de Marcelo Celave.

A veces ocurre que entro en trance...

Me pasó ayer, un segundo antes de agarrar la única nectarina madura que quedaba en el árbol de mi vecina. Justo ese segundo donde la vida se detiene, se olvidan los arañazos arteros de la acacia, las gotas de sudor culpable de la siesta estival y se paraliza la respiración.

La nectarina que se intensifica en el rojo oscuro de su aterciopelada piel y el tamaño crece hasta ocupar toda mi visión, mientras los gritos de mi madre entran en una reverberación cada vez más tenue y lejana:

¡Bájate de ahí que te vas a matar!


NUNCA DEJES DE CREER, de Marcelo Celave.

A veces ocurre hija, que el hecho más impensado viene en tu ayuda.

El abuelo estaba a punto de malvender nuestro almacén en la llanura, porque los lugareños ya no querían venir de la ciudad.

Pero una noche escuchamos un ruido ensordecedor y el piso tembló. La tierra rugió al producirse un choque tectónico a escasos 1000 metros de nuestro almacén.

Toneladas de lava incandescente, llamas gigantescas, avalanchas de piedra volando por los aires… fue el aquelarre más terrorífico que puedas imaginar.

Hoy, nuestros Telluric Stores reciben turistas de todo el mundo, periodistas, influencers, documentalistas… embelesados con el volcán nacido de la nada.


DIFERENTES, de Martina Arreaza.

A veces ocurre, pero no siempre.

Los vecinos se quejan a menudo de su comportamiento, pero yo no les hago caso.

Él, austeramente fuerte, casi colérico y celoso en su terreno. Ella en cambio, pequeñita, audaz, mimosa y coqueta; nada más despegar el alba, paseaba presumida con su mejor lazo. Una monada.

Hoy en cambio, parecen dos auténticos enamorados; disfrutando plácidamente frente al sol de la terraza y regalándose arrumacos y su mutua compañía.

¿Quién dice que por su naturaleza, se tengan que llevar como el perro y el gato?

Yo los adoro.


CIELOS Y BANDERAS, de Américo Fojo.

A veces ocurre que la imaginación se dispara y nos hace volar.

De niños, cuando la maestra nos contaba que la bandera argentina llevaba los colores del cielo, yo me preguntaba:

«¿El cielo del país de mi papá, en Pontevedra, sería rojo y amarillo?»

«Pero cómo: ¿cielo rojo y nubes amarillas o cielo amarillo y las nubes rojas?»

«¿Y el cielo de la Italia de mamá?»

«¿Cielo verde y nubes blancas…pero…dónde ponía el rojo?»

Busqué en la enciclopedia, orgullo de la familia, esa página doble. Banderas del Mundo.

Quedé desconcertado:

«¿Cómo sería el cielo de Gran Bretaña?»


IRRISIONES, de Paquita Márquez.

A veces ocurre que te entran tales irrisiones por cualquier tontería, que eres incapaz de aguantarlas y te empieza a cosquillear el aleteo irresistible de la risa, como si tuvieras pájaros dentro del pecho. Entonces salen de tu garganta mirlos o alondras trinando risas y las llevan revoloteando por los aires.

Yo creo que la gente que ríe jubilosa hace crecer bandadas de pájaros que llenan de alegría nuestras vidas. A veces, al abrir muy temprano la ventana, oigo el alboroto feliz de las golondrinas y pienso: «¿Quién estará riendo a carcajadas?» Y entonces echo a volar mi sonrisa…


RUSA, de Ana Montesinos.

A veces ocurre a las 3 de la mañana y otras veces a las 6 de la tarde, en ocasiones me llenan de alegría, me abren el pecho y la satisfacción se siente en mi cara, en mi forma de respirar, en la comisura de mis labios y en las arruguitas de mis ojos, en otras me abaten, me dejan sin fuerza, sin aire y mis lágrimas fluyen como manantial de agua helada.

Quería una línea recta, estable, solida, pero mis emociones, mis sentimientos, son montaña rusa, suben, bajan, provocan miedo, generan adrenalina, dan vértigo, me marean para luego darme paz.


SENECTUD, de Raquel Zaragoza.

A veces ocurre, por extraño que parezca, con la edad hay momentos en los que se confunde la tenue luz del ocaso con la del amanecer…

Yo lo llamo ilusión. Otros lo definen como demencia.


CANGURO DE NOCHE, de Paquita Márquez.

A veces ocurre, sí, pero solo a veces…

¡Ya…! Pero no podré dormir tranquila, señora. Me dan miedo los sonámbulos. Yo tenía un primo sonámbulo y una noche que dormí en su casa me dio un susto de muerte. A media noche me desperté, y ahí estaba él, sentado en mi cama mirándome sin pestañear y moviendo los labios sin sonidos. Literalmente, me meé de miedo…

--No, no, tranquila, no la molestará. Solo tiene que vigilar que no haya cerillas ni encendedores a mano, porque, cuando se levanta sonámbulo, lo único que quiere es estrenar su disfraz de bombero.


DIFÍCIL DECISIÓN, de Mari Bastida.

A veces ocurre, se enredaron una noche de tormenta.

¿Qué te pasa corazón? ¿Por qué estás triste?

Preguntó la razón.

Porque no soy como tú, frío y calculador.

Solo quiero que seas feliz.

En primavera, el aroma que desprenden las flores me envuelve y me siento feliz. Cuando la brisa me acaricia en la playa, las olas me saludan y me siento feliz.

Entonces, ¿Por qué lloras?

Seguí tus consejos, hice las maletas y me marché dejando atrás lo que más quería. Ahora me siento vacío, ya nada será igual.

-Créeme, no valía la pena, lo olvidarás.

La tormenta se alejó al amanecer.


TAN CERCA, TAN LEJOS, de Raquel Zaragoza.

A veces ocurre, casi siempre al amanecer…

Mientras un novelista celebra con tinta su calenturienta imaginación; en el piso de arriba, su mujer se siente sola en la cama.


DICHOSA MASCARILLA, de Martina Arreaza.

A veces ocurre, nos encontramos a gente que nos saluda. ¿Quién será?

Esos ojos azules como el mar, que expresaban una candidez innata no me han dejado dormir. Me recuerda algo.

Esta mañana, en mi diario paseo matutino por la orilla de la playa; he tenido la clarividencia de recordar mis mejores y peores años. Y supe quién eras, pero …«no merezco ese saludo».


BAILAR, de Ana Montesinos.

A veces ocurre tras la desinhibición que te proporciona una copa en el bar. La oscuridad del local y la pista de baile abarrotada de gente ayudan a ese momento. Cierro los ojos, mi cuerpo se mueve al compás de la música que suena. Dejo de oír las cientos de conversaciones de mi alrededor, y me centro solo en mí. No puedo dejar de moverme, mis ojos siguen cerrados, imagino que estoy sola, sigo bailando, sonrío, me siento libre. Abro los ojos y te veo, nos miramos, no sé tu nombre, pero nos besamos como si el local estuviera de nuevo vacío.


HOSTAL DE CARRETERA, de Mari Bastida.

A veces ocurre, necesitaba descansar. Llevaba varias horas conduciendo por aquella solitaria carretera. Los árboles retorcidos, apostados a cada lado y la espesa niebla, le daban un aspecto fantasmagórico.

Un desvío llegaba hasta un hostal. Parecía abandonado, pero varias luces iluminaban la entrada. Al registrarse se dirigió a su habitación.

Se percató de que esas luces provenían de unos cuadros acristalados que adornaban las paredes. Representaban varias caras desde cuyos ojos, se proyectaban aquellas luces que vio desde fuera.

A media noche un trueno lo despertó, y una fuerza proveniente del espejo lo succionó.

Desde entonces, forma parte de la iluminación del hostal.


VÍCTIMAS COLATERALES, de Raquel Zaragoza.

A veces ocurre, y cuando pasa… ¡todo merece la pena!

Sé que no debo acercarme al patio durante el recreo. Sé que está prohibido, pero no lo puedo evitar; lo necesito.

De entre todos los niños, solo atrae mi atención la pelirroja pecosa. Estoy obsesionada con ella. ¡Cuánto me gustaría abrazarla!

Si tengo suerte, antes de que suene la campana, Carlota me verá asomada a la verja y lanzará un beso y una sonrisa; entonces, me podré ir contenta al hospital.

¡Maldita pandemia!, cuando doblo turnos…, casi no puedo verla.


EL INTRUSO, de Américo Fojo.

A veces ocurre que un personaje se nos cuela dentro, impertinente y obsesivo.

Entra sin pedir permiso y nos quiere contar su vivencia, insistiendo en que le demos voz a su silencio.

Pero atención, no quiere un narrador, busca un testigo.

Tampoco un talentoso solista; necesita un intérprete que aporte ritmo a su melodía.

También ocurre a veces que no escuchamos, pasamos de largo y seguimos nuestra ruta diaria.

Entonces el protagonista nos echa una mirada socarrona, se esfuma y sale a buscar a otro, alguien más valiente y sensitivo.



Y el podio de la vigésima y última quincena de esta primera edición del concurso queda de la siguiente manera:

Tercer puesto, con 6 puntos:

MOLÉCULA DE DIOS, de Nahuel Fojo.

A veces ocurre que los caminos se nos cruzan con aquellos compañeros terrenales a los que no vemos con frecuencia.

Allí pasé al lado de uno.

Inalterable yo sonreí y se frotó sobre mí para continuar su camino.

Yo sé que ambos conectamos.



Empate a 8 puntos en la segunda posición para:

COBARDÍA, de Silvia Espina.

A veces ocurre que ante un hecho detestable nos quedamos paralizados, sin reaccionar ni tomar una iniciativa adecuada a la gravedad del hecho.

Sucedió durante el incendio de una vivienda en mi barrio.

Aterradoras lenguas de fuego se elevaban desde el sótano y por los angostos balcones asomaban personas desesperadas, clamando ayuda a los bomberos, ajetreados en su intento de rescate.

La gente comentaba que era obra de un pirómano.

Al correr hacia casa pasé junto a un hombre que, sonriente, clavó en mí sus ojos burlones. Me petrificó. Llevaba un bidón de gasolina.


PASEO ENTRE NUBES, de Ana Medina.

A veces ocurre (a mí con bastante frecuencia). Cuando miro el mar siento nostalgia por la distancia, tristeza por el olvido. Son tantos sentimientos encontrados en un solo corazón, que a veces, este resulta demasiado pequeño para albergarlos todos juntos. El vaivén de las olas me trae recuerdos, de ida y vuelta, de vida y de esperanzas. Es algo así, como recorrer el cielo sentada en una mullida nube. La estrella que me acompaña va iluminando el camino, ella con su luz me ayuda a que encuentre lo que realmente busco.



Y la última ganadora de esta edición es:

PERFUMES, de Paquita Márquez.

A veces ocurre que lo que creías eterno, resulta ser efímero por no haber sabido cuidarlo y mantenerlo. Pero también puede ocurrir lo contrario, que lo efímero resulte duradero, como este olor tan tuyo que me persigue por toda la casa. Ese aroma a bosque, a flores y a lluvia de primavera que te envolvía y que dejaste encerrado en casa tras tu portazo de despedida. Me empeño en ahuyentarlo destilando olor a rabia, a celos y a venganza… Pero al momento esos se diluyen y solo quedan tus perfumes. Entonces, avergonzado, procuro mantenerlos intactos envueltos en arrepentimiento…



Fuera de concurso:

ARMAS DE MUJER, de Narcís Ibáñez.

Ssapina

A veces ocurre en la juventud creando situaciones de lo más insólitas. Tiempo atrás, estando en una discoteca para bailar pegado, especialmente la canción Mis manos en tu cintura, un amigo me dijo unos días antes: «Si te colocas una banana en el bolsillo del pantalón, la bailarina se ladeará hacia el contrario y allí estará tú mano esperando su trasero».

Buscando la situación propicia para besar sus labios y deslizar la mano izquierda hacia el pecho, al meter mi mano en su turgente pecho me encuentro con el relleno de esponja que exaltaba su busto.

¡Cazador cazado!


EMPATÍA, de Rosa García Panera.

A veces ocurre, le abres la puerta hasta que pasa, lo repites, pues el portal tiene dos y luego la del ascensor. A qué piso, preguntas, es mayor y te provoca ternura su indefensión, eres sentimental. No te mira y eso acrecienta ese afán de protegerla, será tímida, o quizá es de las que no entran en el elevador con nadie y hoy se le ha olvidado.

Vas a hablarle cuando el ascensor se detiene, abres la puerta y la mantienes abierta para que salga. Y ella lo hace, no te mira, no te da las gracias, no te dice adiós.



NORMALIDAD, de David Reche Espada.

A veces ocurre que se le olvida que aún no me ama, y me sonríe como si el cielo entero se abriera tras una tormenta sombría, en ocasiones sucede que la intensidad de sus ojos me colapsa, derrumbando cualquier defensa que pretendiera numantina, de tanto en tanto pasa que nuestras manos se entrelazan engañando a la realidad terca.

Pero, y ya sabían ustedes que habría un pero, lo que siempre ocurre es que cuando la lluvia de la ilusión amaina, el río se desdesborda, las lindes reaparecen, las fronteras se definen, y la normalidad mata a la irrealidad.