‑Para implorarle que vuelva a casa has de ser sincero, no
sólo con ella, también contigo mismo. Primero recapacita sobre qué sientes, es
la única manera de saber qué quieres de ella y cómo pedírselo.
‑No funcionará, la conozco muy bien. Es muy orgullosa e
insistirá en que es ella quien sabe en qué punto está la relación y todas esas
memeces de la empatía.
‑¡Ahí tienes el problema! Vuestro orgullo y falta de
sintonía.
‑¿Y si le suelto una mentirijilla?
‑¡Tú sabrás, me rindo!… Dile que el casero no acepta dos
inquilinos en el apartamento, quizá así te deje tranquilo y vuelva a su casa.
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