También en la tristeza,
también en la pena
cuando todo da pereza,
y se te mustian las venas.
En los ratos de bajona
llámame,
cuando asedien tu persona
búscame.
Las penas con pan son menos,
si la lágrima abrazada
se enjuga en labios ajenos:
cuenta tres y está olvidada.
Puedo ser tu pan,
digerir tu mal humor,
comerme al alacrán
que asedia tu amor.
Pero si prometo,
¿tú prometes?
Si en tu pena, mi aliento,
de tu dicha hazme jinete.
Es un pacto justo:
en lo malo y en lo bueno,
en el gozo y el disgusto
contigo, conmigo, plenos.
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