viernes, 25 de diciembre de 2020

CONCURSO "UN RELATO PARA LA RADIO" (Quincena IX: Eres mío)

A continuación podéis leer, por orden alfabético a partir del primer relato recibido, las obras presentadas en la 9ª quincena del concurso de microrrelatos que he organizado para mi sección de cada dos martes en Radio Elche 'Libros y música para un paseo en Vespa'.

Pedí por las redes y a través de la web MeetUp y mi Facebook que se me envíen microrrelatos que comiencen con la frase «Eres mío», frase con la que terminaba el relato ganador de la quincena anterior.

Una vez finalizado el plazo de recepción, es cuando los hago públicos en este blog y pido a los propios autores que valoren los relatos del resto de participantes y puntúen los tres que consideren más completos, con 3, 2 y 1 puntos. Tienen que enviar su veredicto a mi correo electrónico (dareces@gmail.com) para que cada uno de ellos realice su votación sin saber cómo están votando los demás.

Además, el resto de lectores también podéis votar de la misma forma que los autores (3 relatos con 3, 2 y 1 puntos). Vuestras preferencias servirán para que, en caso de empate entre dos relatos, elegir la obra ganadora. Ya hemos tenido que recurrir dos veces de cuatro al voto del público.

El relato ganador será leído en la sección de radio de la semana siguiente y su frase final será la de comienzo de los relatos de la próxima semana.

Además, el autor/a del relato ganador se lleva de regalo un paseo en moto, de Scootatrip.

Tenéis de plazo hasta el lunes 28 de diciembre a las 14 horas para enviar las puntuaciones a mi correo electrónico (dareces@gmail,com). El relato ganador será leído el martes 29 de diciembre en el espacio Libros y música para un paseo en Vespa de Radio Elche, sobre las 13:45 del mediodía.

¡Suerte!


ACTUALIZACIÓN 1: Una vez finalizado el plazo de votación, pongo el nombre de los autores.

ACTUALIZACIÓN 2: Reordeno los relatos según puntuación recibida, de menos a más.


AMIGOS, de Ana Montesinos.

Eres mío, te cacé.

Había empezado el día con energía, de la cama al baño, deportivas puestas, desayuno ligero, y a correr unos kilómetros por el Retiro.

Madrid resplandecía con un día soleado, con el mismo fantástico humor que lo había hecho yo. Niños riendo en los jardines, jugando a la pelota, familias conversando, parejas besándose, terrazas repletas de bullicio y alegría.

El día continuo incansable de bar en bar, con amigos de esos de cada día, otros que veo de vez en cuando, todos, regalos en mi vida.

Y al llegar la noche, agotada, pero plena y feliz... aquel maldito mosquito.

 

¡CIELOS!, de Narcís Ibáñez.



Eres mío cuando te escurres dentro de mí cuerpo mirándome a los ojos fijamente, rompiendo el silencio con rumores ancestrales y salvajes, continuamente preguntándome: ¿Dime, quien es tu amante?

Te va la vida en ello, intento seguir tu estela y arqueo el cuerpo doblando levemente el pubis hacia el cielo de tu paladar, apagando tu voz ¡oh! marido mío, sufres buscando… me refugio en recuerdos olfativos que me alejen de esté mal sueño, contigo en este momento de sufrimiento: sin responder a tus malvadas inquisiciones sobre la identidad de mi amor.

Me asfixias con tu peso.

¡Nunca, delataré a tu hermano!

 

DÍA DE REYES, de África Estrella.

Eres mío; por fin te tengo conmigo.

En casa escribían las cartas a los Reyes Magos. Preguntaron qué pediría yo.

—Eso es cosa de niños —contesté.

Después pensé: Pediría un muñeco, porque a pesar de peinar canas, siempre fueron mi pasión. Pero no dije nada.

Es Nochebuena, la familia cenaba alegremente.

Me dirigí a la cocina, quería sorprenderlos con el postre; la sorpresa me la llevé yo: tenía un paquete en mi silla. Lo abrí y allí había un muñeco.

—Como según tú, los reyes son cosas de niños, pedimos algo para ti. Creemos que te gustará.

Gracias. Esta vez acertaron.

 

¡MANUEL!, de Patricia Rodríguez.

¡Eres mío al fin! ¡Por favor, Manuel!, ten a bien dejar de chillar y te explicaré mi anhelo, no me jodas el momento.

Los entendidos en naturaleza humana creen que se desea lo que no se tiene, y eso me pasa a mí, soy un estereotipo del necesitado. Manuel, entiéndeme, yo no tengo… ergo lo quiero; y no lo quiero cortado, no funcionaría, lo quiero entero con su cuero cabelludo y todo. ¡Si es que hasta el color y la longitud son los ideales! así que… echa el cuello hacia atrás, no me vayas a manchar el pelo.

 

NIEBLA, de Ana Montesinos.

Eres mío —grité desesperada.

¡No puedes irte! —seguí berreando mientras mis labios temblaban.

Pero cerró la puerta y se fue.

Me prometió que seríamos uno, que yo era suya y él mío. Y a pesar de no creer en la propiedad humana, había aprendido a poseerlo, a imaginar que jamás se desprendería de mí ni yo de él.

Me asomé al balcón a tiempo de verle cruzar la acera y sentía que mi ser se quedaba incompleto, sentía que mi cuerpo anhelaba su mitad. Él huía veloz y se escondía entre la niebla de la mañana.

Lo conocí ayer y lloro hoy.

 

UN MAL SUEÑO, de María José Peña.

Eres mío, repetía aquella frase en mi cabeza mientras con cuidado acariciaba la tuya, tan suave y perfecta. Veía como se hinchaba tu pecho cuando respirabas y la sonrisa que me regalabas cuando te quedabas dormido. No podía dejar de mirarte, simplemente eras perfecto, y ya casi no recordaba las noches incómodas al dormir, el malestar, los cambios en mi cuerpo…

Empezaste a llorar, cada vez más incesantemente, fui a la habitación, no estabas, pero tu llanto seguía. Recorrí desesperadamente la casa, pero no te encontraba.

Fui al baño y allí estaba. No cabía lugar a dudas, el Predictor era negativo.

 

EL SUEÑO DE UNA NOCHE NAVIDEÑA, de Rosa García Panera.

«¡Eres mío!» dijo y solo se dio cuenta de que había levantado la voz cuando los más próximos le miraron sorprendidos. ¡Qué le importaba! solo le preocupaban aquellos ojillos negros mirándole fijamente y los bigotes Dalí tentadores y acaracolados. Se movió con cautela iniciando un avance estratégico, tenía que llegar la primera, había demasiados ojos mirándole, deseando ganárselo. Ella sabía lo que quería y él era suyo. Solo imaginarlo desnudo y envuelto en crema le ponía.

Cuando estuvo tan cerca que sentía su aroma, observó si alguien la miraba, alargó rápidamente la mano e hizo suyo el último langostino de la bandeja.

 

EL ANILLO, de Américo Fojo.

¡Eres mío! ¡Eres mío!… y el eco repetía en la oscura caverna… mío…mío…

Una sombra enana se deslizaba por las paredes de piedra, quizás un niño que aferraba algo valioso en sus manos. Al llegar a la gran laguna subterránea, centellante como iluminada por un sol negro, se acurrucó entre las rocas de la orilla.

Abrió su mano para contemplar el tesoro, ¡precioso mío!... balbuceaba ansioso.

Quedó sorprendido al ver que la terrible joya maléfica de Mordor no brillaba, deslumbrante, como él había supuesto.

Frenético revisó el interior del anillo y con ira leyó «TODO a 100 – MERCACHINO».

CORAZÓN, de Ana Montesinos.

Eres mío —dijo la encantadora de serpientes—, y picó al apuesto joven.

—Eres mía —dijo el verde sapo a la princesa del castillo—, y la besó para convertirse en príncipe.

—Quédatelo —gritó la bruja malvada—. Te hará reina.

—Cógelo —bramó el Gran Ogro del Tesoro—. Te hará rica.

—Encántalo —dijo el Mago de las montañas—. Te dará amor.

Pero, aquella niña morena, entendió que nada podía poseer, que tenía dentro de sí todo lo que le hacía feliz. Dar, Amar, Alegrar. Todo aquello agrandaba su pequeño corazón.

Su madre la llamó:

—Libertad, la cena se enfría.

 

VIAJE INACABABLE, de Paquita Márquez.

Eres mío, y el saber que ya eres mío nos ha hecho iniciar este viaje extraordinario. En él han cambiado las costumbres, la manera de ver las cosas, de contemplar lo que nos rodea, la forma de comunicarnos, de alimentarnos, de movernos en estos nuevos espacios…

En este viaje inacabable de nuestra vida, he descubierto infinidad de sensaciones que jamás había experimentado: pasiones nuevas, temores incontrolables, angustiosas ansiedades, insomnios febriles, despertares intempestivos, cansancios infinitos, alegrías extremas, profundas preocupaciones, miedos infundados, dudas insolubles, trabajos agotadores, súbitas contrariedades, gozos increíbles, ternura infinita…

¡Bienvenido a mi vida, hijo mío!

 

NUEVO COMIENZO, de Silvia García Blasco.

Eres mío, mis ojos acostumbrados a la oscuridad te descubren agazapado detrás de mi viejo cuaderno de notas. Sigilosa, permanezco tumbada esperando sorprenderte. Creyéndome dormida, sales de tu refugio temeroso, desesperado por buscar una salida. La emoción al tenerte tan cerca consigue que olvide un instante mi objetivo, pero no puedo perderte; conteniendo la respiración, salto atrapándote en el hueco de mi mano. El calor que emanas y tu luz filtrándose entre mis dedos, provocan en mi corazón latidos desbocados. Abro con cuidado de no dejarte escapar y compruebo que es cierto: dentro traes mi próxima historia, ya puedo volver a escribir.

 

¡LA VIRGEN!, de Raquel Zaragoza.

«Eres mío. ¡Por fin!» —pensé tras aceptar el papel de «La Virgen» para la representación navideña del colegio.

Me llamo Juanita; aunque la mayoría me conoce como «la cojita». Tengo poliomielitis y, allá por los años sesenta, era una niña con más operaciones que años.

Fue un día mágico. Por primera vez en mi vida, las luces que me cegaban no eran las de un quirófano, sino las del escenario. El salón de actos estaba repleto de gente a la que, a juzgar por los aplausos, no parecía importarle que una alumna pelona y con muletas fuera: ¡La Virgen!

 

CÍRCULO, de Yepes.

Eres mío y soy culpable. Por ti lucho contra mis demonios y pago mi propia condena. Por ti me siento viejo y acabaría con el reflejo que veo en el espejo.

Todo lo que he hecho mal ha sido a escondidas. «Vendrán tiempos de sacrificio y disciplina», esa rutina repetitiva que constantemente olvido. No voy a empezar a pensar en locuras. No me importa tu mirada desafiante ni tu desprecio vacuo.

Quédate dónde estás, seguirás durmiendo en una caja oscura. No eres especial, solo eres un pantalón muy caro comprado en rebajas. Otro error cometido en tiempos pretéritos.

 

PERSECUCIÓN IMPLACABLE, de Marcelo Celave.

—¡Eres mío, no intentes resistirte!

Jim Fenton había cruzado todo el desierto de Arizona persiguiendo al forajido Ralph Nolan. La recompensa era jugosa, vivo o muerto.

Ralph estaba en la barra del saloon cuando sintió la punzada del Colt 45 en su espalda.

Disimuladamente, Jim le hizo señas que subiera a la habitación sin hacer ninguna jugarreta.

Traspasaron la puerta, arrojaron las cartucheras al suelo y se midieron con la mirada fijamente, segundos que parecieron una eternidad.

—Basta Jim, esto no puede ser, el sheriff nos colgará a los dos.

—No me importa Ralph, ¡prefiero morir que vivir sin ti!

 

LA CITA, de Paquita Márquez.

—¡Eres mío, te he reconocido enseguida! —me dijo con una encantadora sonrisa, afirmando con la cabeza cuando se acercaba.

—¡Sí! —dije yo levantándome y sonriéndole mientras nos besábamos en ambas mejillas.

Allí, sentados en aquella minúscula mesa de cafetería, empezamos a conocernos…

Pasamos una tarde-noche de fábula. Flirteamos, reímos, bailamos, nos besamos. Volvimos a salir, y otra vez, y otra… Nos enamoramos, soñamos juntos, tuvimos enfados y reconciliaciones, nos casamos, vinieron los hijos, las preocupaciones, algunas penas, muchas alegrías…

Han pasado un montón de años, y yo sigo preguntándome quién sería el tipo aquel de su cita a ciegas.

 

COSAS DE CHICOS, de Silvia Espina.

Eres mío, trocito de mar, caracola que se desconcha ensuciando la alfombra y pierde arena al menor movimiento.

Mami quiere que te eche a la basura porque dice que tengo muchos juguetes con los que entretenerme y no necesito un cachivache semejante.

Pero papá te recogió para mí el último día que paseamos juntos por la playa, antes de irse.

Te protegeré con uñas y dientes, como un rey su castillo; no quiero dejar de escuchar el sonido del mar…

 

Y el último podio de 2020 queda así:

El bronce, con 8 puntos, es para Paquita Márquez con:

AMORES FUGACES

¡Eres mío! ¡La de veces que lo habré repetido! Nunca al mismo, claro. Ni siquiera a tipos de características similares. Soy inconstante y veleidosa, lo reconozco. Me enamoro perdidamente con suma facilidad y, mientras lo disfruto a tope, ese amor absorbe y ocupa todo mi tiempo y hasta mis pensamientos. Pero se termina. Y no es que me desenamore, no. Tampoco es por decepción, ni por hastío; tampoco es eso. A decir verdad, suelo guardar un buen recuerdo de todas mis historias amorosas… casi siempre. Pero, inexorablemente, son cortas. A veces, duran un solo día. Todo depende de su número de páginas.

 

La plata, con 13 puntos, se la lleva Silvia García Blasco con:

PARADOJA CRUEL

«Eres mío» pienso mientras miro de nuevo a través del cristal. Te observo ahí sentado, tan perfectamente profesional, y tu permanente sonrisa me pone enferma. Tanto tiempo devorando temarios, sin vivir, perdiéndomelo todo; para que al final unas milésimas decidieran mi lugar en el mundo: tú dentro, yo fuera.

Es la hora y ahí estás, cerrando los ojos acelero hasta notar el impacto y huyo. Corro a esconderme en casa como la rata que soy, esperando mi final. A estas horas todos deben saberlo ya, pero no me arrepiento.

Suena el teléfono y sobresaltada contesto.

—¿Señorita Sáez? Ha quedado libre una plaza.

 

Y el último ganador del año, quien se lleva la excursión de www.scootatrip.es, es Américo Fojo con:

DECISIONES FINANCIERAS

«¡Eres mío!», pensé para mis adentros mientras cerraba la puerta de cristal.

Había recorrido por enésima vez todas las sucursales de bancos de la zona y las opciones se habían ido perdiendo. Era mi última posibilidad y, como decía mi abuelo, esta vez la había cogido por los pelos. Me sentía orgulloso de mi perseverancia y de este hallazgo.

Silbando bajito, extendí mi bolso de dormir en un rincón del cajero automático y me acurruqué de cara a la pared.

 

 

 

Fuera de concurso:

CUESTIÓN DE LETRAS, de David Reche Espada.

Eres mío y serás posesivo, aprehenderás el amor y los celos a partes iguales, pero en ocasiones serás mimoso e íntimo como una m amorosa. Tú, sin embargo, eres río, y recorrerás las tierras a raudales. Serás un torrente en los rápidos, pero remolona en los remansos. A ti te llamarán lío, serás locuaz y loco como un ligue cuando la libido nos alela.

—¿Y yo? —preguntó una vocecita vivaz que bailaba abajo, entre la selva y el bosque.

—Tú eres bío, ¡la vida!

—¡Yo no estoy conforme! —protestó otra voz.

El Ponepalabras resopló.

—Me tienes harto, tío.

 



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