viernes, 30 de abril de 2021

CONCURSO "UN RELATO PARA LA RADIO" (Quincena XVIII: Se resisten a salir cuando las necesito)

 A continuación podéis leer, por orden alfabético a partir del primer relato recibido esta quincena, las obras presentadas en la 18ª edición del concurso de microrrelatos que he organizado para mi sección de cada dos martes en Radio Elche: Libros y música para un paseo en Vespa.

Pedí por las redes y a través de la web MeetUp y mi Facebook que se me envíen microrrelatos que comiencen con la frase «Se resisten a salir cuando las necesito», frase con la que terminaba el relato ganador de la quincena anterior.

Una vez finalizado el plazo de recepción, es cuando los hago públicos en este blog y pido a los propios autores que valoren los relatos del resto de participantes y puntúen los tres que consideren más completos, con 3, 2 y 1 puntos. Tienen que enviar su veredicto a mi correo electrónico (dareces@gmail.com) para que cada uno de ellos realice su votación sin saber cómo están votando los demás.

Además, el resto de lectores también podéis votar de la misma forma que los autores (3 relatos con 3, 2 y 1 puntos). Vuestras preferencias servirán para que, en caso de empate entre dos relatos, elegir la obra ganadora. Ya hemos tenido que recurrir dos veces de cuatro al voto del público.

El relato ganador será leído en la sección de radio de la semana siguiente y su frase final será la de comienzo de los relatos de la próxima semana.

Además, el autor/a del relato ganador se lleva de regalo un paseo en moto, de Scootatrip.

Tenéis de plazo hasta el lunes 3 de mayo a las 14 horas para enviar las puntuaciones a mi correo electrónico (dareces@gmail,com). El relato ganador será leído el martes 4 de mayo en el espacio Libros y música para un paseo en Vespa de Radio Elche, sobre las 13:45 del mediodía.

¡Suerte!

ACTUALIZACIÓN 1: Una vez finalizado el plazo de votación, desvelamos el nombre de las autoras y autores.

ACTUALIZACIÓN 2: Una vez conocido el resultado, ordeno los relatos de menos a más puntuación.


SORTILEGIO FRUSTRADO, de Silvia Espina.

Se resisten a salir cuando las necesito, excusas de todas las medidas y colores que extraigo a menudo de mi gorro de hechicera, que tapan y ocultan mis zafarranchos y embrollos descomunales.

Yo pensé que hoy acudirían en mi ayuda, pero no, hoy no…ya viene mamá a castigarme.



SORPRESAS, de América Martín.

Se resisten a salir cuando las necesito afuera precisamente hoy, que debo estar sosegada para mostrar la casa al futuro dueño.

Sé que no va a ser fácil para nosotras. Más que un cambio de casa, es cambiar de vida... Y ellas lo saben.

Suena el timbre, abro la puerta, y al entrar el comprador algo no huele bien... Muy a mi pesar, no puedo confiarme de ellas, y temo que se encontró una desagradable «sorpresa» al pisar el portal.

El hombre, sudoroso pero agradecido dice:

Señora, de no ser por sus perritas ¡me hubieran robado todo!

Ésta «sorpresa» hace que valga la pena tenerlas.


PRODUCTOS DE OFERTA, de África Estrella.

Se resisten a salir cuando las necesito. No salen de la hucha.

Me hicieron una oferta y la pedí contra reembolso. Cuando me llegó, fui a pagar y el repartidor no tenía cambio. Busqué en el monedero y me faltaban unas monedas. No podía devolver el pedido, la única solución era sacar de la hucha, pues en una ocasión leí que metiendo algo plano, como un cuchillo, las monedas se deslizaban. Fue imposible. ¿Que hago, lo devuelvo? No, porque me interesaba. Entonces pensé en la única opción que tenía: que el repartidor se quede con el cambio. Y aquella oferta que quise aprovechar, me salió cara.


MOMENTOS, de Ana Medina.

Se resisten a salir cuando las necesito. Los llamo una y otra vez, ellos dan volteretas rompiendo las olas. Me coloco la mano sobre la frente, el resplandor me ciega. ¡Donde están, no los veo!, mis pupilas dilatadas ruegan que vengan envueltos en alguna de las olas que lamen la orilla. «Ellos no están». Me tiro al mar y nado hasta el lugar en que los había visto, llego exhausta y veo sus manos entrelazadas, los dos juntos me abrazan, agarrándose fuertemente a mi cuello.

Un rayo de sol que entra por la ventana me encuentra con los brazos en alto.

«Yo sigo nadando».


MARÍA, de América Martín.

¿Se resisten a salir cuando?... ¡Las necesito fuera del recinto ya!

Gritaba el alcalde ante la negativa de las protestantes feministas, por el caso de María…

Llevaban su rostro quinceañero impreso en las camisetas con la frase «No tuvo dinero para

comprar su sueño» mientras las noticias difunden: «se vendió por unos dólares» mostrando imágenes del camión volcado y baleado, al otro lado de la frontera, con los cuerpos de cuatro hombres y ella, entre cajas de mercancía con maría.

Solo quedan seis meses de nueve y… todo pasará.

Deliraba la joven por el calor, mientras la ráfaga de balas condenaba su destino.


LA ESPERA, de Paquita Márquez.

Se resisten a salir cuando las necesito; cuesta encontrar las causas que nos permitan avivar las viejas ilusiones.

Contemplo el maravilloso paisaje que nos rodea y preparo los arriates para esparcir las semillas de las flores. Estamos en otoño. Atrás, en la gran ciudad, lejos en tiempo y en distancia, quedaron los días amargos del último y traumático aborto.

Ahora y aquí, en medio de esta tranquilidad campestre, te esperamos con ilusiones renovadas. Vendrás con los primeros aires de la primavera y, en verano, ya habrá juguetes por el suelo, y risas y aromas infantiles por toda la casa. Y los arriates, ¡reventarán de margaritas!


FLUIR, de Ana Montesinos.

Se resisten a salir cuando las necesito, de la misma manera que otras veces no me dejan dormir, provocando horas de insomnio cuando vienen cual tormenta a mi mente.

Y en esas estaba frente a mi Jefe... seca de ideas creativas y de inventos.

El nuevo levantaba la mano cual colegial y aportaba brillantez en sus propuestas.

Al final de la reunión me fui a tomar unas cervezas... La vida sigue, fluye y hay que vivirla.

El lunes dejé el trabajo.


EMOCIONES, de Rosa García Panera.

Se resisten a salir cuando las necesito y me siento ridículo, balbuceo y por más que lo intento no encuentro las palabras que busco. Creía que estas cosas no pasaban más que en las historias románticas y que a mí no me pasaría nunca. Y aquí estoy.

Cuando conocí a Pepa fue un flechazo: verla y enamorarme. Lo maravilloso es que a ella le pasó lo mismo. Desde que la conozco hay un motín en mi cabeza y las palabras se burlan de mí y se atascan en mi garganta.

A ver si no hago el ridículo esta noche cuando le pida que se case conmigo.


EL NEGOCIO, de Anna Melnique.

Se resisten a salir cuando las necesito como compañía en la calle, pero tampoco me dejan en paz cuando me apetece estar a solas conmigo misma. Me hablan constantemente en su lengua, me miran a los ojos, me persiguen, me despiertan por las mañanas, me huelen, incluso llegan a arañar la puerta del baño mientras me ducho. Qué pesadas.

Mis perras son pegajosas y testarudas a la vez. Eso sí, tienen sus virtudes. Al fin y al cabo, no me quejo: el año pasado se las alquilé a mis vecinos y así me gané la vida durante todo el confinamiento.


A MI ALBEDRÍO, de Anna Melnique.

Se resisten a salir cuando las necesito. Vienen y se van a sus anchas. Las ideas son criaturas caprichosas y proteicas, casi como las mujeres. A las mujeres hay que mimarlas, complacer sus antojos, decirles cumplidos, acordarse de ciertas fechas, comprarles flores, notar cualquier cambio poco perceptible en su apariencia, escuchar cotilleos, tener en cuenta un mogollón de cosas e inventar esas mismas ideas de cómo sorprenderlas y conquistarlas. Ya hace tiempo que estoy agotado de todo esto. Los amoríos no me salen más.

Por suerte, hoy en día yo también puedo vivir a mi albedrío. De ahí que me quede con los hombres. Vuestro Juan.


MI SECRETO, de Mari Bastida.

Se resisten a salir cuando las necesito más que nunca. A veces, las hadas de mi jardín desaparecen y tengo que ir a buscarlas. Es entonces cuando subo a mi nube sin timón y me dejo llevar. Una vez, viajé más allá del horizonte sobrevolando valles y montañas, incluso vi dragones en un lago. Las mariposas me impulsaban con sus aleteos ayudándome a encontrarlas. Una corazonada me hizo sentir que ya estaban cerca y me relajé en la esponjosa superficie. De pronto, la nube se resquebrajó y empecé a caer al vacío, cuando vino a rescatarme mi caballo alado, me di cuenta de que siempre viajaron conmigo.


EL RETO, de Mari Bastida.

Se resisten a salir cuando las necesito, las rojas y verdes ya estaban fuera.

Cuando decidí formar parte de aquella aventura, sabía que no lo tendría fácil. El toque de queda no me disuadió de participar, al contrario, siempre me gustaron los desafíos.

El camino era largo y los equipos rivales nos podían alcanzar en cualquier momento. Teníamos que llegar las cuatro a la meta y solo faltaba una. A un paso de entrar en el pasillo de la victoria, la última ficha amarilla la capturó mandándola a nuestra casa azul. Nos adelantaron y ganaron.

La próxima vez probaré yo sola en el juego de la Oca.


DESEO INMUNE, de Marcelo Celave.

¡Se resisten a salir cuando las necesito…! ¡¿Qué esperan?! ¿No ven que me estoy muriendo?

Sé que están ahí, es mentira que se hayan ido como indican los análisis. Claaaaro… es un pase de factura por mi vida irresponsable, licenciosa, viciosa… por favor, cambiaré… tened piedad… salid… ¿no es suficiente castigo estar conectada a una máquina, entubada, con respirador…?

¡Venid a mí, coño! Como aquellas mañanas frías, ventosas en el patio escolar, cuando cantábamos desabrigadas aquel himno eterno…, como cuando era adolescente y destruisteis aquella leucemia… o como cuando fui más grande y arrasasteis esa gonorrea…

¡Defensas!, ¿qué esperáis para aniquilar este virus que me está matando?


ADIVINANDO SOMBRAS, de Paquita Márquez.

Se resisten a salir cuando las necesito. No hay forma de encontrar las maneras de combatir esta nostalgia.

En la entrada, el perchero con un fular; los tenía por docenas. En el salón, los orejeros frente al televisor, con la memoria impresa de sus cuerpos ausentes. Y fotos por todas partes: en paredes, en muebles, encima de las mesas…, de nosotros, de nuestros hijos, la de ellos dos: mamá sentada sobre el césped, papá tumbado al lado con la cabeza en su regazo y manos enlazadas; la contempla desde abajo con embeleso; ella mira a la cámara distraída, nostálgica; las sombras del olvido, ya se adivinan…


RESILIENTE, de Raquel Zaragoza.

Se resisten a salir cuando las necesito; después de años reprimiendo emociones, ahora…, ya no las puedo gestionar.

Desde pequeño me enseñaron a guardarlas en una mochila imaginaria. Demasiado pronto aprendí a ocultar sentimientos… «Los chicos no lloran», solían decirme. Y yo les creí.

A lo largo de mi vida he padecido de continuos altibajos. Tantos secretos, mal guardados, terminaron por colapsar mi cerebro.

Hoy ha amanecido nublado y tengo un día especialmente gris. Con la mochila cargada de emociones, ¡tan pesadas como piedras!, me sumerjo en las frías aguas del río, y, por última vez, me dejaré llevar por la corriente…


RECETA SECRETA, de Raquel Domínguez.

Se resisten a salir cuando las necesito y no me extraña, eso me pasa por bocazas. Le he explicado a vecinas, amigas y conocidas la receta paso a paso con todo lujo de detalles.

Esta tarde vienen a merendar mis amigas del bingo y no me salen las jodidas torrijas.

Una amiga me dijo que las mojaba en vino, mi madre dijo que esa receta no era la auténtica. Me he bebido el vino y ahora la torrija la llevo yo.

¿Alguien sabe si en el súper puedo encontrarlas ya hechas?


PRIMER DOMINGO DE MAYO, de Raquel Zaragoza.

Se resisten a salir cuando las necesito. Ya me pasa como a ti, mamá; a mí también me faltan las palabras.

Dicen que cada día me parezco más a ti; y es que no conocen nuestro secreto: Nadie sabe que no te fuiste, que te llevo dentro.

Hoy el cielo luce un precioso color azul intenso, y por él, pequeñas nubes blancas deambulan a merced de un suave viento…

¡Vayamos a la playa, mamá! Hoy, hoy no quiero ir al cementerio.

Pasearemos por la orilla del mar, y el encaje de sus olas vestirá de blanco nuestros sueños…


LA CORAL, de América Martín.

Se resisten a salir cuando las necesito al momento del in crescendo mientras el irritado director resopla sobre mi flequillo, y yo mantengo los ojos apretados con la boca abierta, deseando que las notas se escapen, pero sólo fue mi voz la que desapareció.

¡Mañana es el concierto! ¿Le parece justo arriesgar nuestra reputación de esa manera?

Sus gritos desquiciados me recordaban las birras bebidas la noche anterior con mis compañeros coralistas, celebrando mi cumpleaños.

Hoy, cuando empezamos a cantar y todos respiramos a la vez, el cerebro acompasando nuestros latidos, hizo el milagro ¡una afinación perfecta!

A eso lo llamo «cantar con el corazón».


HISTORIAS DEL HAMBRE, de Martina Arreaza.

Se resisten a salir cuándo las necesito, cacarean, picotean, no me dejan espacio.

En el interior del corral, visualizo el ansiado alimento.

El malhumorado granjero, sospecha… avanza sigilosamente; oigo sus pasos, mi corazón se acelera.

Tal vez una noche más tenga que pasarla en el cuartelillo, pero tengo que hacerlo. Mis hijos necesitan cenar ésta noche.


COTIDIANAS ESTUPIDECES, de Raquel Sepulcre.

Se resisten a salir cuando las necesito y me da un coraje.... Y es que me pone muy nerviosa. Sobre todo cuando hay cola en la caja del súper. El otro día me sentí tan observada que creí que hasta el guardia de la habitación de seguridad también me prestaba atención con la cámara. Cómo si fuera un crimen tardar diez segundos más entre cliente y cliente... Sólo quiero hacer mi abono de forma tranquila.

Y es que cuando las dichosas monedas de céntimo se escabullen entre los huecos del monedero es imposible pasar desapercibida.


MIS AMIGAS NOCTURNAS, de Marcelo Celave.

Se resisten a salir cuando las necesito; pero cuando no las espero, salen todas a la luz. Al principio me horrorizaban, pero poco a poco nos fuimos conociendo.

Hoy puedo decir que las identifico una a una, conozco sus hijos, sus parejas, sé quién es arrogante, quién humilde y quién generosa. Pero todas tienen en común su sentido de identidad y su defensa numantina de la supervivencia grupal.

Ya les advertí que las necesito mañana por la mañana cuando llegue mi casero.

Si hacemos una buena escenificación con todas las cucarachas recorriendo simultáneamente zócalos y alféizares, digo yo que no tendrá la caradurez de aumentarme el alquiler.


LÁGRIMAS, de Ana Medina.

Se resisten a salir cuando las necesito. Solo mi rostro acepta las lágrimas que caen sobre las mejillas.

No tuve fuerza para evitar lo ocurrido. De un tirón se liberó de mí mano, saltando de un lado a otro, gozando de su libertad.

El coche frenó de golpe, «pero no lo suficiente para impedir el atropello». Quedó tendida en el asfalto con los ojos abiertos mirándome.

Yo cada día extraño más sus arrebatos al verme llegar, y sus saltos ante mi presencia, por eso al ver su canasto vacío, las lágrimas acuden a mis ojos.


PROCRASTINACIÓN, de Raquel Domínguez.

Se resisten a salir cuando las necesito. Supongo que también os pasará a vosotros.

Cada mañana tengo mil tareas pendientes. No son importantes pero me beneficiarían sobremanera: hacer ejercicio, vaciar armarios, empezar ese proyecto, etc.

El día se ha consumido entre trabajo, móvil y Youtube; es entonces cuando salen. Han estado escondidas todo el día, semiocultas entre las plantas de la oficina, agazapadas detrás de Twitter, Facebook e Instagram, riéndose conmigo con los vídeos de caídas. Antes de ir a dormir es cuando salen las ganas de hacer todas esas cosas que llevo posponiendo desde hace meses. Mañana me pongo.


¡EXTRAÑA PAREJA!, de Raquel Zaragoza.

Se resisten a salir cuando las necesito. ¡¿Dónde dejé las llaves?!

Tengo un secreto, aún no se lo he contado ni a mis hijos; tampoco tienen por qué saberlo todo. En realidad, lo oculto para no preocuparles, y porque me da vergüenza…

Pero, para qué negarlo: desde «Navidades» ya no estoy sola; ahora comparto vivienda con un truhan que ¡me vuelve loca!

Cuando llegue el momento. Cuando deje de temer a la soledad…, les confesaré que convivo con un «duendecillo travieso» que me esconde las cosas. Casi nunca las encuentro hasta que dejo de buscarlas; luego, aparecen en los lugares más insospechados.


SUEÑO CON PALABRAS, de Silvia Espina.

Se resisten a salir cuando las necesito, ocultas palabras encerradas en una nube de niebla, como dentro de una red. Latentes, al acecho, las imagino de improviso como aguas desbordando de un dique, sin ser invitadas ni requeridas, a su libre albedrío.

Se agolpan llenas de alusiones y significados, con ansias de pájaros que quieren ganar el espacio perdiéndose en el horizonte de mis pensamientos, alegres y luminosas, en dura pugna por aflorar de mi mente que las retiene prisioneras.

Pero esta alegría efímera es solo un sueño, fugaz y transitorio. Al despertar me quedo en nada. ¡Quién pudiera tener esas bellas palabras en el momento justo!



Y el podio de esta semana queda de la siguiente manera:

En tercera posición el bronce es, con 8 puntos, para:


SIN RETORNO, de Narcís Ibáñez.


Se resisten a salir cuando las necesito. No, no, no. Sonaba insistentemente llenando mi cabeza de música. Doy vueltas con urgencia en el Camden Town, en cada esquina se escucha la canción Rehab como explícita negación a la rehabilitación, mientras conduzco mí ambulancia zigzagueando entre el característico olor a marihuana que asciende entre los sueños, creando nubes imaginarias entre las puertas y ventanas de la bohemia londinense. Con las sirenas a todo trapo buscamos el número 25 de Prowse Place, espacio donde fueron creadas las estrofas musicales. La voz quebrada disparando negritud. Lo sabrás, lo sabrás, lo sabrás, nos decía Amy Whinehouse volviendo al estribillo…No, No, No.

La segunda posición, con 15 puntos, es para:


ALBUR, de Américo Fojo.

Se resisten a salir cuando las necesito, como si se burlaran de mi ansiedad en este universo de paño verde, habitado por reyes de mirada soñadora que no advierten que su reina intercambia miradas sospechosas con jóvenes jotas de cabello rizado.

Muchos creen que en este ámbito rige el azar, pero se equivocan: es un mundo de rígidas castas, de valores inmutables, de total sumisión.

Mi psiquiatra dice que soy un ludópata y que realmente juego para perder…

¿Qué podrá saber él? Si nunca ha jugado a nada, ni siquiera a las canicas.



Y en primera posición, con 16 puntos:

TIRANDO DEL HILO, de Paquita Márquez.

Se resisten a salir cuando las necesito; las musas tienen esas cosas: son impredecibles; hay veces que, aunque no las reclames, se cuelan en tu mente aprovechando el camino abierto por esa mirada tuya que ha llamado su atención. Entonces es como si te entregaran un hilo para que empieces a tirar de él y puedas enhebrar palabras con la trama y la urdimbre que facilitan tejer una historia.

A partir de ahí todo fluye, la imaginación se desboca, el corazón se acelera y en tu cielo particular estalla un fuego de artificio en forma de narración.

Pero eso pasa solo a veces.


Fuera de concurso:

MAGIA, de David Reche Espada

Se resisten a salir cuando las necesito en mi auxilio, se quedan reticentes en la recámara obligándome a dar piruetas argumentales para salvar el pellejo por mí mismo cuando vienen mal dadas y algún sicario de malas pulgas se cruza por mi camino.

Sé que es reprobable solucionarlo todo a tiro limpio, pero desde que se niegan a su cometido he de recurrir a mi refinado verbo de esgrimista y al diálogo para ganarme a los matones más violentos del lumpen.

No digo que esté mal, pero jamás debí fiarme de aquella hechicera hippie y fumada cuando me regaló sus balas mágicas. Olvidó matizar que eran pacifistas...


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