martes, 17 de septiembre de 2013

Tardes de septiembre

La borrosidad de un verano que termina
Todas las tardes de septiembre son como tardes de domingo que anuncian el fin de la fiesta, son como el viaje de regreso de unas vacaciones, la estampa amenazante de un despertador de lunes por la mañana, son la interfaz entre el juego y la realidad.
Septiembre siempre me ha despertado sentimientos enfrentados, que a veces son irreconciliables. No me gusta despertar de la siesta para ir a trabajar, pero necesito tener un nuevo proyecto en la cabeza, una nueva meta que dé sentido a los días. Y al fin y al cabo eso es septiembre y sus tardes, siempre comienzo de nueva temporada, de nuevas ilusiones, momento de establecer nuevos proyectos que marquen el camino hacia el que girar el volante.
Yo era buen estudiante (qué otra cosa iba a hacer, uno de mis peores pecados siempre fue ser demasiado oficialista), y por tanto todo el mundo presuponía que me gustaba estudiar y que la vuelta al cole era una buena época en mi calendario personal. ¡Error! No sabéis cómo odiaba los anuncios de El Corte Inglés y su maldita vuelta al cole. ¡Horror!
Sin embargo, por otro lado, siempre tenía curiosidad por saber de las nuevas cosas que iba a aprender (estudiar y aprender no siempre van juntos), de los nuevos libros de texto, nuevos compañeros y profesores.
Y esto hacía que las tardes de septiembre, cuando las vacaciones agonizaban, fueran una mezcla de nostalgia por la libertad del verano y por el sol que cada vez desaparecía antes; y de ilusión por lo nuevo, y por la meta que automáticamente aparecía el primer día de clase: las vacaciones del próximo verano. Ahora, las vacaciones son más intensas, no puedes permitirte recrearte en ellas (tres semanas no son tres meses), y por tanto hay que inventarse otro tipo de metas. Cada uno las suyas (aunque las metas compartidas configuran caminos invernales más llevaderos, menos fríos).
Esta tarde volvía desde el trabajo hacia casa por estas avenidas de Madrid, tan empeñadas en ningunearme, e iba escuchando en la radio una entrevista que hacía Carles Francino a Dani Martín (sí, el de El canto de loco) y me han sorprendido agradablemente las reflexiones que ambos hacían sobre la vida, cuando ésta se empeña en no ser lo que esperabas de ella, o cuando a base de cambios de dirección te hace ver que te estás haciendo mayor, que esto no es un juego, que las vacaciones han terminado, que agosto está completamente tachado en el calendario y que septiembre te advierte de que el otoño está emboscado detrás de la próxima esquina. Y lo que es peor, de que por mucho que echemos de menos las suaves tardes en un porche frente al jardín o sobre la arena templada de una playa tranquila de última hora de la tarde, Winter is coming.
Y por tanto, mi pequeño señor, las responsabilidades que hemos de soportar sobre nuestras cabezas probarán si merecemos o no la posición que detentamos, y nos harán más fuertes.
Elegid vuestras metas, vuestros proyectos, y dejad que se conviertan en momentos prometedores estas tardes de septiembre para no echar de menos nada.

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Muchas gracias. Realmente más que relato eran unas reflexiones que fueron asaltándome sin pedir permiso en el camino de vuelta a casa dede el trabajo.

      Saludos.

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