lunes, 6 de marzo de 2017

ESTOCOLMO



Cerró los ojos y sopló las velas mientras él, a hurtadillas, por fin escapaba aprovechando que ella dejó la puerta abierta al entrar. El tiempo se detuvo y los segundos duraron lustros mientras exploraba el pasillo oscuro y sucio. Subió las intrincadas escaleras intentando liberarse de la angustia. Las paredes se le derrumbaban encima, culpándole de su acción. La luz tras las rendijas de la puerta principal le atraía como a un insecto, pero le atemorizaba igualmente. Ya fuera sintió vértigo y frío. No había techo y el cielo estaba muy arriba. Tomó aire y una decisión.


Cuando ella abrió los ojos sonrió: «Mejor aquí, ¿verdad?».

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