lunes, 22 de agosto de 2016

QUIZÁ NOS TOQUE CORRER.




Quizá nos toque correr para huir del recuerdo de las promesas pasadas. Quizá nos toque correr esquivando las avalanchas sucesivas de futuro que se precipitan sobre nosotros y sobre esas promesas. Quizá nos toque correr hacia las fauces de ese porvenir, monstruo cruel que muta de forma inesperada e involuntaria desde sonrisa de niño feliz a tachones en el calendario y otra vez hacia vejez dorada, o quién sabe si responsabilidades en forma de desagües que desatascar un domingo por la mañana entre el desayuno y el vermú.

Quizá nos toque correr delante de nosotros mismos, haciendo equilibrismos sobre el filo invisible del presente. Quizá no seamos más que una marathon sin final tras sueños desvanecidos hacia una meta que tiende a lo que nunca fuimos.

Quizá.

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