Se supo una vez que cuando
alguien muere durante el proceso de alumbramiento de una idea, esta
idea no muere con la persona, sino que va a parar a un reservorio de
creatividad desde el que van filtrándose de nuevo, poco a poco,
hacia nuestra realidad, cayendo sobre las mentes de creadores,
artistas y pensadores.
Normalmente este proceso ocurre durante la
noche, cuando los cerebros están en plena ebullición de su puesta a
punto diaria, pero el silencio de las calles permite fluir los
pensamientos con libertad.
Hay quienes aseguraron que las
ideas son tímidas, frágiles y esquivas, y que por eso rehuyen del
ruido diurno. Defendieron también que las ideas que quedan
inconclusas cuando nacen, debido a la muerte violenta y repentina de
su creador, como por ejemplo en un accidente de tráfico; quedan
traumatizadas y se culpan a sí mismas, convencidas de que ellas
fueron la causa de aquella muerte.
Estas ideas quedan impregnadas
de la violencia del momento de su creación. Por ello suelen
filtrarse otra vez aquí de una forma súbita y dramática,
irrumpiendo en medio de un sueño, tornándolo en pesadilla y
despertando de golpe a su dueño adoptivo.
Está también el caso de las
llamadas «ideas felices».
Según algunos, este tipo de ideas nace durante muertes dulces de su
primer ideador, siendo mayoritariamente aquellas que se crearon en
medio de un deceso por orgasmo. Esto sería, afirmaban, el motivo por
el que dichas «ideas felices» sean tan escasas.
Por
el contrario, quienes estudiaron tiempo atrás estos fenómenos,
defendieron que no es así, que las ideas son caprichosas como un
hijo malcriado, y que deciden su vuelta y la forma en que ésta se
produce atendiendo a criterios de lo más peregrino. Según ellos, se
podría aseverar sin ninguna duda que el retorno de cada una de las
categorías de ideas es modelizable mediante métodos estadísticos y
sin necesidad de estudiar el verdadero motivo que les hace
manifestarse de nuevo aquí o allá, como si se tratara de un
fenómeno meteorológico más.
Fueron
los miembros de esta corriente de pensamiento quienes acuñaron el
término «tormenta de ideas».
Al
menos eso decían.
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