viernes, 5 de marzo de 2021

CONCURSO "UN RELATO PARA LA RADIO" (Quincena XIV: Al instante, cesaron las risas)

 

A continuación podéis leer, por orden alfabético a partir del primer relato recibido esta quincena, las obras presentadas en la 14ª edición del concurso de microrrelatos que he organizado para mi sección de cada dos martes en Radio Elche: Libros y música para un paseo en Vespa.

Pedí por las redes y a través de la web MeetUp y mi Facebook que se me envíen microrrelatos que comiencen con la frase «Al instante, cesaron las risas», frase con la que terminaba el relato ganador de la quincena anterior.

Una vez finalizado el plazo de recepción, es cuando los hago públicos en este blog y pido a los propios autores que valoren los relatos del resto de participantes y puntúen los tres que consideren más completos, con 3, 2 y 1 puntos. Tienen que enviar su veredicto a mi correo electrónico (dareces@gmail.com) para que cada uno de ellos realice su votación sin saber cómo están votando los demás.

Además, el resto de lectores también podéis votar de la misma forma que los autores (3 relatos con 3, 2 y 1 puntos). Vuestras preferencias servirán para que, en caso de empate entre dos relatos, elegir la obra ganadora. Ya hemos tenido que recurrir dos veces de cuatro al voto del público.

El relato ganador será leído en la sección de radio de la semana siguiente y su frase final será la de comienzo de los relatos de la próxima semana.

Además, el autor/a del relato ganador se lleva de regalo un paseo en moto, de Scootatrip.

Tenéis de plazo hasta el lunes 8 de marzo a las 14 horas para enviar las puntuaciones a mi correo electrónico (dareces@gmail,com). El relato ganador será leído el martes 9 de marzo en el espacio Libros y música para un paseo en Vespa de Radio Elche, sobre las 13:45 del mediodía.

¡Suerte!


ACTUALIZACIÓN 1: Una vez finalizado el plazo de votación, añado la autoría de cada relato.

ACTUALIZACIÓN 2: Una vez finalizado el recuento y desvelado el resultado en Radio Elche, ordeno los relatos de menor a mayor puntuación.



EL MADDENS, de Rosa García Panera.

Al instante, cesaron las risas. Se subió a una mesa y lo repitió de nuevo: ¡Ha habido un atentado!

El Maddens era, los viernes, el lugar de reunión para los hombres del pueblo, tomaban unas pintas de cerveza y hablaban de las novedades. Todo estaba permitido menos la política. Por eso todos enmudecieron.

Como siempre que había un atentado Delaney recordó la muerte de su hermano. Iba a casa cuando se cruzó con Bourke, que se tambaleaba al caminar: demasiada cerveza, pensó. Siempre habría muertos que vengar, pero aquella no era noche de encuentros en la oscuridad. Ni de erigirse en Juez.


CONSPIRACIÓN, de Mari Bastida.

Al instante, cesaron las risas al verse traicionados.

Los nobles juraron lealtad al señor de las tierras, sin embargo, en sus corazones albergaban un profundo desprecio. Deseaban reemplazarlo y arrebatarle todas sus propiedades.

Con gran astucia se ganaron su confianza, adquiriendo cada vez más parcelas de poder, pero nunca se daban por satisfechos. El señor, para mantener la paz, cedía a todas sus peticiones.

Mientras tanto, los nobles, incitaban al pueblo en su contra prometiendo repartir todo con ellos.

Una noche, las masas enfervorizadas asaltaron la fortaleza y le dieron muerte. Cuando fueron a reclamar lo prometido, los nuevos amos ordenaron encerrarlos en las mazmorras.


METAMORFOSIS, de Martina Arreaza.

Al instante cesaron las risas. Os presento a la nueva Jefa de Recursos Humanos.

¡Allí estaba ella! pletórica, radiante y bella.

Era la que siempre llamábamos la fea, la torpe y nos reíamos de ella. ¡No dábamos crédito a nuestra visión!


EFECTO SECUNDARIO, de América Martín.

Al instante, cesaron las risas cuando se oyó...

¡No conozco ningún hombre!... Y puedo estar equivocada, lo he estado mil veces, pero no moriría ni mucho menos mataría por mis creencias, señor juez.

La sala efervece en comentarios que habrían escandalizado al mismo San Pedro.

Nunca traicionaría mis creencias porque van ancladas en mi cerebro y no en mi útero. En la senda de mi vida las llevo solo para protegerme y proteger.

¡Bruja! ¡Farsante! Se potenciaban al unísono las voces ante la acusación del infanticidio.

La certeza de los hechos merodeaba seguramente una inmensa tragedia muy común en estos tiempos.


ESPACIO TIEMPO, de Narcís Ibáñez.

Ilustración/Collage: SSAPINA

Al instante cesaron las risas lloviendo lágrimas de olor ácido, dejando surcos en la piel, como pegamento, desde donde surgían palabras habladas en ese espacio y éstas, se adherían a nuestros cuerpos, el fraseo empezaba en uno y terminaba en el otro, fuimos lienzos en movimiento. Viviendo el amor cómo la eclosión de un manantial surgido en nuestras mentes, nos habíamos encerrado tirando la llave por la ventana. ¿Éramos tan jóvenes? El clímax nos invitaba a bailar pegados desde el escalofrío del sudor húmedo, disfrutándolo, convulso el pulso y el ritmo con la respiración sosegada, cegados por la intensidad del amor alcanzado… entre los tres.


LEVIATANES, de Marcelo Celave.

Al instante cesaron las risas en la playa.

Empezaron a salir del agua cientos de humanoides con piel de escamas y ojos a los costados de sus cabezas. Sus poderosas piernas se movían con rapidez y armonía.

De pronto, comenzaron a proclamar a los que allí estábamos disfrutando de un día de playa:

Somos Leviatanes, buscamos gente que quiera vivir en un mundo más justo, verdadero, sin cirugías estéticas, ni hipotecas, ni facebook, ni cayucos... Les procuramos una conversión inmediata al sistema bronquiacuático. Solo se exige: tener imaginación…

Aquello fue impactante, antes que se pusiera el sol, miles de jóvenes caminaban silenciosamente hacia el mar.


SORDERA, de Raquel Zaragoza.

Al instante, cesaron las risas exacerbadas, las noticias y los llantos…

Como por obra de magia, todo quedó enmudecido. Cerré los ojos para disfrutar del anhelado silencio; pero al abrirlos advertí que me había quedado ¡sordo!

Para mí la sordera era una bendición. Sin embargo, muy a mi pesar, me llevaron a un centro especializado; allí, después de un exhaustivo examen, el doctor dictaminó que se trataba de una extraña patología psicosomática: «No hay sordera más profunda que la del que no quiere oír» me diagnosticó felicitándome.

Al salir a la calle escuché a los pajaritos cantando.


CATAPLEXIA, de Raquel Zaragoza.

Al instante, cesaron las risas y se desvaneció…

Se lo juro, Señoría, soy inocente. Yo no maté a don Samuel.

» Pues verá su Señoría, entré en su despacho y le recordé todos los años que llevaba trabajando para él. Después, le pedí un aumento de sueldo; y… que me pagara las horas extra; y… que me dejara amamantar a mi bebé en el trabajo.

» Fue entonces, al escuchar mis palabras, cuando empezó a reírse de forma tan exagerada que le faltó el aire y se desmoronó.

» No fui yo, Señoría. Él solito… se murió de risa.


MIGRANTES, de Paquita Márquez.

Al instante cesaron las risas; en cuanto los vieron acercarse. Cabezas rapadas, esvásticas negras tatuadas en brazos desnudos armados de bates.

Tras la paliza y los insultos, se lamen las heridas y recogen los exiguos restos de la compra desparramada y los de su orgullo magullado y dolorido.

El corrillo de gente que lo ha presenciado todo, se desperdiga por las aceras cuando se oye la sirena de la policía. De nada habían servido las voces de protesta de algunos.

¿Denunciamos esta vez?

No, hoy no. Nos están esperando los niños… Tal vez la próxima.


PADRE, de Silvia García Blasco.

Al instante, cesaron las risas. Nadie se atrevía a romper el silencio. Conteniendo la respiración esperaban que él hablara. Nunca se hablaba antes que Padre.

Nunca.

¿Tú te atreves a faltarme al respeto? ¿Quién te has creído que eres para cuestionarme? La gente como tú no tiene voz en esta familia –dijo por fin.

¿Qué «gente»?: ¿Los independientes?¿Los justos? –espetó.

Lo sabes perfectamente: las MUJERES ‒contestó escupiendo la palabra.

Despacio, colocándose detrás de él, empujó su silla hasta llegar al borde de las altas escaleras.

¡Ayudadme! ‒suplicó.

Ninguna hizo nada por Padre. Ver aquel terror en sus ojos las liberaba.


LA NUEVA, de Américo Fojo.

Al instante, cesaron las risas y los hombres regresaron a su puesto, siguiendo de reojo los movimientos de la nueva: nunca en el taller habían contratado a una mujer operaria.

Se escuchó un último mensaje, irónico y anónimo:

«¡¡Nena…sin jugar a las muñecas…a ver si das la talla…!!»

El calor agobiante hizo que comenzaran a trabajar en camiseta; maliciosamente miraban a la nueva; quedaron perplejos: una profunda cicatriz cruzaba su espalda.

Muchos tenían las mismas heridas, sabían qué sucedía cuando una tubería de acetileno se partía.

En el descanso, el mejor soldador del equipo, ofreciendo su diestra le dijo:

«¡Bienvenida compañera!»


¿SINCERIDAD?, de Paquita Márquez.

Al instante cesaron las risas y otra vez se reflejó en el espejo mi cara de desaliento. Y otra vez a pasar por el retoque. ¡Adiós definitivamente a mi plan de pensiones! Pero, ¿qué más puedo hacerme? ¡Si me veo perfecta!

El gesto, tengo que trabajar el gesto. Cara alegre, de sorpresa, ingenua, pícara, provocativa… Nada, no es el gesto.

¿Será mi aspecto moderno? Me disfrazo de guapas históricas: Nefertiti, Cleopatra, Helena de Troya…; de guapas pintadas: Simonetta Vespuchi, Lisa Gherardini, María Calderón…; de guapas de cuento: Cenicienta, Bella, Ariel… Tampoco.

No hay manera, cada vez que le pregunto, la más guapa es Blancanieves.


EL VAGABUNDO, de Silvia Espina.

Al instante, cesaron las risas, al unísono con el último estertor del vagabundo.

Lo atacaron de forma salvaje y cobarde, simplemente por no pertenecer al patrón perverso en que sus vidas estaban sumidas.

Ellos pensaban que estaba de su lado, pero ya sabré que hacer con el vídeo que llevo en el bolsillo de mi chaqueta.



El podio de esta quincena queda de la siguiente manera.

En tercera posición, con 8 puntos, el bronce es para

DETALLES, de Paquita Márquez.

Al instante cesaron las risas provocadas por aquel vídeo tan gracioso que sacó mi padre el día del aniversario. Era nuestro décimo aniversario.

Y ahí estamos todos, unos poniendo caritas graciosas y otros mirándolas y riendo a carcajadas, esas carcajadas que nos hacen echar la cabeza hacia atrás para que las risas salgan rotundas y claras. Me acabo de fijar en algunos detalles que antes me pasaron desapercibidos: el beso furtivo de mi primo a su novia, la tierna sonrisa que la abuela le dedica al abuelo o el roce de manos de mi hermana y mi marido… y sus miradas cómplices…


En segunda posición, con 10 puntos, tenemos la plata para

INSOLENCIA, de Raquel Zzaragoza.

Al instante, cesaron las risas

Después de pasar un tiempo de cara a la pared por sus ofensivas carcajadas, me dio pena y le levanté el castigo.

Voy a darte otra oportunidad. Piénsate bien la respuesta le dije con voz severa.

Me acerqué frente a él y, mostrándole la más seductora de mis sonrisas, le pregunté:

Espejito, espejito ¿hay alguien más guapa que yo?

Tras un tortuoso silencio, devolviéndome una imagen deteriorada, el espejo volvió a reírse; y lo hizo de una forma tan histriónica que se hizo añicos. El muy insolente… ¡Se partió de risa!


Y ganador de la quincena con 16 puntos:

LAS CUATRO ABUELAS

Al instante, cesaron las risas y tres pares de ojos miraron atónitos a Carmen, cuando dijo a media voz, como si hablara consigo misma:

El otro día llamé al amor de mi vida por teléfono, y cuando atendió, corté rápido…me hizo bien saber que no murió aún.

El juego de cartas quedó olvidado y las tres amigas preguntaron consternadas:

¡Pero Carmen, qué dices! ¿el amor de tu vida? ¿una aventura a tu edad? ¿y por qué cortas antes de hablar?

No hace falta hablar…ella ya sabe quién le llama



2 comentarios:

  1. ¡Qué nivel tienen los microrrelatos! ¡Enhorabuena a ganadores, participantes y organizador del concurso!
    Me consta el buen ambiente que ha creado. Un abrazo a todos y a todas.

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  2. ¡Qué nivel tienen los microrrelatos! ¡Enhorabuena a ganadores, participantes y organizador del concurso!
    Me consta el buen ambiente que ha creado. Un abrazo a todos y a todas.

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