martes, 27 de agosto de 2013

«CENIZAS», UN ROAD COMIC ENTRAÑABLE (Crítica)



No hace mucho tiempo que mi hermano me regaló dos libros: Brooklyn Follies, de Paul Aster, y la novela gráfica Cenizas, de Álvaro Ortiz. Eligió esta selección porque, además de gustarle, ambas están relacionadas, haciéndose mención en la segunda a la novela de Auster. He tenido tiempo de leer Cenizas durante mi último viaje, en apenas tres sentadas en el ferry de Barcelona a Roma y en las noches de hotel de la capital italiana.
Y me encantó, me quedé con ganas de más, cosa que considero elogiable de una creación literaria (sí, los cómics también son Literatura, espero que esta afirmación no pille desprevenido a nadie hoy en día). Cuando llegué a la conclusión de Cenizas, me quedé con ganas de haber visto algo más del desarrollo de la nueva vida de los tres personajes (y un mono) en torno a los que gira esta historia. Pero claro, ya no hubiera seguiro como el road comic que es Cenizas.
Porque eso es esta historia, un hábil road comic en el que tres amigos han de cumplir con la última voluntad de un cuarto amigo común. Un viaje en el que vamos a conocer a tres personajes entrañables, cada uno a su manera (y un mono que es todo un hallazgo), y algunos otros elementos turbios que se cruzarán por su camino, además de multitud de cuadros de ciervos.
La presentación que Álvaro Ortiz hace de cada uno de ellos me parece fantástica: Sencilla en el planteamiento pero efectiva, y que además se irá completando a lo largo del desarrollo de la historia, dándoles movimiento y personalidad de una forma que pocas veces antes había percibido en un cómic (es cierto que mi principal bagaje en la historia gráfica es “sólo” el maestro Ibáñez). El autor logró que me encariñara con ellos, incluso con los que en principio parecen ser los malos, ésa es una de sus grandes habilidades.
Otra es la forma ágil en la que se desarrollan las conversaciones, su espontaneidad y cotidianeidad. Son diálogos (y no sólo los diálogos, sino incluso lo que en ocasiones nos presenta el narrador) que te hacen soltar constantemente alguna sonrisa a pesar de que no siempre se habla de cosas alegres; pero es una narración cercana, ágil y rápida.
Otra gran cualidad es como consigue integrarlo todo con el viaje, no sólo el de la historia, sino el de la vida de cada uno de los personajes. La plasmación del movimiento por la carretera y por la vida está muy conseguido. Ortiz logra un gran dinamismo.
Por último, el trasfondo de la historia, la exaltación final de la amistad, del buen rollo, del laissez faire, de la búsqueda de una vida sencilla a través de tus sueños (esto es la conexión con Brooklyn follies de Paul Auster), es lo que te deja un gran sabor de boca al terminar de leer esta historia, aunque quizá eso es porque yo también sería feliz teniendo mi propio Existencia.
¿Queréis saber qué es Existencia? Tendrés que leer la historia y descubrirlo al final de la misma. Y espero que os guste tanto como a mí.

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