martes, 3 de febrero de 2015

De la ley y la justicia

No creo que pueda pedirse mucho más para ser un lunes por la tarde –me soltó desde el recibidor cuando forcé la puerta.
–No me gusta la ironía –respondí lacónico–. Hago mi trabajo.
–¿Trabajo? –rio–. ¡Usted es un criminal!
–No señora, el sistema me obliga a esto.
–El sistema da asco –escupió–. Y a usted le pagan por… «esto», ¡no me joda!
–Es la ley.
–¡La ley! Sacrosanta ley... –negó asqueada–. Tenemos la obligación de no cumplir las leyes injustas.
–¿Quién decide qué es justo y qué no?
–Echar a alguien de su casa... ¿No es suficiente pista?
–Oiga, no maree y aparte, que viene el secretario judicial. Ésta ya no es su casa.

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