lunes, 17 de octubre de 2016

FE




-Cuando se prendieron las cortinas de la cocina todos caímos de rodillas entre llantos, ahítos de revelaciones. Mi abuela dijo que era la señal y comenzó a rezar, contrita, entre sollozos. Yo seguí las instrucciones de la voz salía de las llamas. Por suerte el jamonero estaba recién afilado y los niños adormecidos por el humo.

-¿Qué cortinas? ¡Esa cocina no tiene ventanas! ¡Ni había rastro de fuego!

-¿Qué insinúa comisario? ¡Prevéngase de los ardides del Maligno para mostrarle lo que no es! ¡Ser el brazo ejecutor de Dios para acabar con el fruto del pecado no es agradable! Su duda ofende al Altísimo. No cuestione mis convicciones.

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