Espero que puedas perdonarme, siempre he admirado -casi
envidiado- tus virtudes. El perdón es cualidad de espíritus elevados, de gente
como tú: divina, etérea, por encima del bien y del mal, en el sentido bueno de
la expresión, ya me comprendes.
Quisiera ser como tú, ¿sabes? No, no llores, lo digo en
serio.
Qué suerte haberte encontrado sola para contarte todo esto
que me revuelve las tripas. La suerte… Paradójico que esté sólo a una letra de
la muerte, ¿verdad? Pero tranquila, no me perdones si no quieres. Total, para
qué serviría el perdón de un nuevo mito. Anda, hazlo fácil, cierra los ojos.
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