lunes, 30 de noviembre de 2020

RESEÑA LITERARIA: EL COLOR DE LA MAGIA, DE TERRY PRATCHETT

 ¿Cómo pude estar tantos años sin saber quién era, ni conocer, a Terry Pratchett?


Hace un par de años, o tres, mi hermano me regaló Dioses menores, subtitulada como Una novela del Mundodisco. Y tenía un ligero recuerdo de haber leído alguna vez un artículo de la Wikipedia al respecto, dejándome la idea de que esa saga del Mundodisco venía a ser una de las grandes cotas del frikismo literario. Pero ahí quedó el interés.

Leí aquel Dioses Menores y me pareció uno de los libros más divertidos y con algunas de las escenas más desternillantes que he leído nunca, siendo además una crítica feroz contra las instituciones monoteístas. Es un libro que habla de la fe y de cómo las instituciones eclesiásticas humanas han pervertido las creencias y el espíritu original de cualquier religión.

Hace unos pocos días tropecé en una librería-papelería de barrio con El color de la magia subtitulada también como Una novela de Mundodisco; y lo compré sin dudarlo. Cuál no fue mi alegría al saber que es la primera de esta saga de 41 novelas, así que me lancé a su lectura directamente mientras regresaba caminando a casa: kilómetro y medio en 20 minutos y unas 20 páginas (incluyendo las que leí en la papelería mientras esperaba a que me hicieran una copia de uno de mis libros -qué cosas-).

Pero antes de hablar de la novela en sí, una pequeña introducción a esta saga del Mundodisco:

  • La BBC realizó en 2003 una serie de programas, llamados The big read, basados en una gran encuesta a los lectores británicos para confeccionar el listado de los libros preferidos del país. De los 29 títulos de la saga escritos hasta el año anterior, Pratchett colocó a 4 entre los 100 primeros y otros 10 títulos entre el 101 y el 200. Es decir, casi la mitad de los libros de la saga estaban entre los 200 preferidos por los británicos (de hecho fue el autor con más títulos en esa lista, que podéis consultar AQUÍ).
  • Se han vendido más de 80 millones de ejemplares, traducidos a 37 idiomas.
  • Ha ganado hasta seis premios: Prometheus (de ciencia ficción), Carnegie Medal (juveniles e infantiles) y otros, además de múltiples nominaciones.
El Mundodisco, el lugar donde se desarrolla la saga, se ambienta en un mundo mágico medieval pero también con países de ambiente victoriano o griego clásico. Este mundo, como su propio nombre indica, es un disco plano, con sus continentes y océanos (el sueño de todo terraplanista); y descansa sobre cuatro grandes elefantes que a su vez están situados en el caparazón de una tortuga que navega por el espacio (la gran preocupación de los astrozoólogos de Mundodisco es saber si la tortuga es macho o hembra, puesto que si se cruza con otra congénere espacial gigantesca y le da por reproducirse, mal asunto será que les haya tocado la hembra y una gran tortuga macho se abalance sobre los elefantes y el disco donde ellos viven).

Este mundo tiene a su vez su propio olimpo en el que residen los dioses que juegan a los dados con el destino de sus habitantes.

Aquí podéis leer más sobre esta saga.

Imagen de Paul Kidby (no le digáis que la he usado)


Y sobre El color de la magia, esta novela nos cuenta las aventuras y desventuras de:
  • el mago de tercera Rincewind (se podría traducir como Danza del Viento, que resume muy bien la trayectoria vital de este mago, siempre huyendo), y
  • el primer turista del Mundodisco, un personaje naif llamado Dosflores que llega a la ciudad de Ankh-Morpork, donde vive el mago, para complicarle la vida y que según Rincewind: «(...) si se organizara el caos más competo, este tipo se subiría a una colina bajo una tormenta de truenos, con una armadura de cobre empapada, gritando "¡Todos los dioses son unos bastardos!"».
  • Equipaje, un cofre fabricado con madera de peral sabio, que dispone de multitud de patitas para seguir a su dueño Dosflores, y que puede ser el ente más terrorífico del Mundodisco si se lo propone.
En esta novela ágil llena de personajes singulares donde la acción va siempre medio cuerpo por delante de ti (aunque haya a veces resoluciones previsibles pero aplaudidas) Pratchett nos empieza hablando de la codicia humana y de cómo poderosos y miserables (y todo el espectro que queda en medio) se vende, o cosas mucho peores que incluyen afecciones al pellejo de los demás, al escuchar el tintineo de unas monedas de oro en el bolsillo. Y a partir de ahí, en esa partida que se juegan los dioses a los dados sólo nos puede salvar la magia, o no... por más que la Muerte nos venga pisando los talones con insistencia enfermiza. Teniendo en cuenta que la magia es una taimada que hace lo que le da la gana y se deja domar sólo si le place y crees lo suficiente en ella.

Rincewind, Dosflores y Equipaje se las van a ver con ladrones, asesinos, gobernantes, la Muerte, jinetes de dragones, monstruos lovecrafteanos y amazonas semidesnudas buscando consorte, entre otros personajes de lo más variopinto. También contarán con aliados de lo más inverosímiles. Además, en esa loca carrera de los protagonistas, Pratchett nos irá instruyendo sobre la realidad del Universo en el que se encuentra el Mundodisco, sobre la magia, las creencias y la fe, así como la forma en la que el lenguaje a veces no es suficiente para describir la diversidad del multiverso. Esto último se resume en la frase en la que el narrador se da por vencido al intentarnos explicar uno de los hechos más locos y surrealistas de la novela:
«En este punto de la explicación es cuando el lenguaje se rinde y se va a tomar un trago».

Sinceramente, a mí me parece una confesión honesta, original y divertida.

Por último, os advierto de que esta novela no es autoconclusiva y termina con el cliffhanger (final en suspenso) probablemente más literal y bestia de la historia de la narrativa. Así que ya tengo ganas de buscar la continuación: La luz fantástica.


2 comentarios:

  1. He empezado a leer el artículo pensando en los terraplanistas hasta que ha llegado tu mención, jeje.

    No he leído (aún) nada del autor pero sí sabía su faceta de "petarlo bien petado".

    ¡Nos vemos!

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