JUEVES 26 DE MARZO
Nadie ha estado antes aquí, ni
ganas que tendremos de volver.
Esto que estamos viviendo es Terra incognita, la esquina de los mapas de la Antigüedad en la que
los primeros cartógrafos dibujaban monstruos formidables, el Hic sunt dracones (Aquí hay dragones)
del Globo de Hunt-Lenox de 1510.
No es el mapa de Hunt-Lenox, pero mola más.
Ayer una amiga me contó que le
preguntó a su madrina, una septuagenaria de 1945, si alguna vez en su vida había
pasado por algo parecido, y le respondió que no, que para ella también era la
primera vez. La enfermera desconocida de la que he hablado en días anteriores
también me ha contado que se están destinando todos los recursos humanos a este
frente, que ella está habituada al estrés del quirófano, a una batalla cuerpo a
cuerpo dinámica que no se parece nada al cuidado de los pacientes en las UCI, para
ella tan estresante como una operación. Igual que los estudiantes de último año
de carrera de Medicina y Enfermería que están siendo reclutados en esta lucha
contra el virus, hay muchos profesionales de la Salud que se enfrentan a algo
totalmente nuevo, no por la pandemia en sí, sino por la actividad específica y
la intensidad de la misma. Nunca habían estado antes ahí y están enfrentándose al más
terrible de los dragones que podrían encontrar en la esquina de un mapa: la
vida o la muerte de sus pacientes.
E incluso en la Terra incognita encontramos salvapatrias, metemierdas y capitanes a
posteriori que de repente lo saben todo, solo ponen pegas y no construyen,
destruyen mientras hay gente jugándose el tipo a pesar de las decisiones
incorrectas o tardías de los unos y de los gritos miserables de los otros.
Mientras tanto yo prefiero hablar
de otra cosa: mis editores me han pasado la versión digital de mi novela A Macondo se va en línea recta. Ayer le
estuve dando un vistazo y ya he comentado con ellos un par de cosas menores y
dentro de poco os daré la lata para que la compréis. Que no será por mí, sino
por las asociaciones de padres de niños con cáncer a las que dedico los
derechos de autor que recibo de las ventas: ASION en Madrid y ASPANION en la
Comunidad Valenciana.
Los dos personajes de la novela,
Vidal y Amaranta, también han de afrontar una exploración, adentrarse en lo
desconocido como lo estamos haciendo nosotros y como lo hacen los niños
enfermos de cáncer. Precisamente ayer salió la noticia de que el humorista Dani
Rovira tiene cáncer. Cuando escuchamos que un famoso está en ésas, nos afecta
debido a que vemos la enfermedad en la cara de alguien que «conocemos», no es
una estadística en una noticia, sino una persona de carne y hueso. Pues bien,
los niños a los que atienden estas asociaciones también son de carne y hueso. Conozco a una niña que está explorando ese camino terrible de luchar contra
un cáncer, sufrir los efectos de la quimio y la radioterapia sin saber muy bien
por qué le están haciendo eso. Esta niña, sin comerlo ni beberlo, sin tener
idea siquiera de ello, está afrontando la fatalidad como quizá ninguno de
nosotros lo haríamos, sin miedo ninguno.
Y debemos aprender de ellos, esgrimir
una sonrisa, empezar a quitarnos algunas corazas y salir ahí fuera (figurado en
esta situación). Esto ha de valer para todos los ámbitos de la vida, ser
valientes y aprender a tomar decisiones y lanzarse. No es necesario ser Ernest Shackleton,
ni un inconsciente, vale que se han de valorar los riesgos, pero hay que atreverse.
Últimamente, y relacionado con mi intención de dejar el cobijo de una empresa
grande para tirarme a mi propio proyecto, me pregunto si mi habitual falta de
miedo es porque soy un inconsciente, un soberbio que piensa que lo tiene todo
controlado, o si en efecto he reflexionado sobre el tema, he relativizado las
consecuencias y por eso he ahuyentado mis miedos.
No sé, el caso es que el próximo
miércoles ya no estaré trabajando en el proyecto en el que he estado el último
año, sin tener aún un destino conocido, pero por ahora no tengo miedo ni
preocupación a pesar de la incertidumbre total que tengo delante. ¿Qué es esto mío comparado con la situación de otra mucha gente? La verdad es
que fue raro cuando ayer mi jefe tuvo que pasar el trago de decirme que, aunque
soy el más valorado o uno de los más valorados del proyecto (incluso mi
contraparte en AENA me lo dijo cuando supo que me pedía una excedencia hace un
mes), pues que me quedaba fuera porque yo ya había dado el paso previamente. Un
rechazo siempre es un rechazo, incluso aunque tú lo estés buscando, y se te
queda un cuerpo extraño que no sabes si es liberación o decepción. De alguna
forma me recuerda al típico golpe sentimental del «No sos vos, soy yo, realmente eres muy bueno, un encanto, te admiro, pero no me
atraes…». Da igual cuántas veces te lo digan (llevo unas cuantas encima) que es
siempre un palo aunque quieras que no te afecte. Pero así es la vida, no hay
que recrearse en la autocompasión ni se puede reprochar la no atracción. Esto ocurre
en ambos sentidos, a mí también me ha tocado decirle a veces a alguien que no,
y es complicado. La empatía, tan necesaria en este momento en el que estamos, también
hay que emplearla en esos cuerpo a cuerpo emocionales del No sos vos, soy yo (estés en el lado que estés).
Y a todo esto, me pongo a divagar con estas cosas y se me olvida lo importante: la luz de la
cocina se me ha vuelto a apagar, que a veces tiene un funcionamiento aleatorio.
Voy a ver si la puedo arreglar.
David 8 – Nocilla 0
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