lunes, 16 de marzo de 2020

(OTRO) DIARIO PARA UN CONFINAMIENTO POR PANDEMIA GLOBAL: Rutinas.


LUNES 16 DE MARZO: Empezamos nuevas rutinas.



Nunca pensé, cuando comenzó la era digital, que mis tías amas de casa y trabajadoras del calzado serían unas internautas de primer nivel siguiéndome en redes sociales que ni imaginábamos que existirían, y que cuando llegara el Fin del Mundo habría una forma de estar en contacto por medio de un sistema de mensajes a través de pequeños teléfonos con más potencia que los ordenadores de sobremesa que teníamos entonces. Sí, reconozco que son prejuicios que poco a poco se han desmontado porque la realidad es que no es necesario ser nativo digital o experto en informática para desenvolverse sin problemas en estos medios.

Y llevo unos días en los que los grupos familiares de whastapp arden y la batería del móvil no me dura ni medio día cuando lo normal es que aguante una jornada entera. Todo lo que ahora no nos juntamos, lo hablamos por whastapp, incluso mucho más. Nos hemos refugiado, ante la realidad de no poder vernos, en este otro contacto que antes tampoco era tan frecuente. Vamos a tener muchas ganas de reencontrarnos todos cuando llegue el fin de esto, familiares y amigos, cuando volvamos a las rutinas de antes, que seguramente ya no serán las mismas.

Hablando de rutinas, hoy por ejemplo ha sido la primera mañana entre semana en mucho tiempo en la que no me despierta la ducha de un vecino ni escucho las persianas levantándose. Y en la calle no se escucha más tráfico que el paso periódico del autobús: el 62 es el que para en la puerta de mi casa, casualmente el mismo número que pasaba por mi primer barrio en Valencia, cuando hace 24 años llegué a vivir a Benimàmet.

No es el primer día que hago teletrabajo, porque ya lo he hecho en otras ocasiones en las que estuve enfermo, o el pasado viernes cuando ya se barruntaba todo esto, pero esta vez va a ir para largo y hay que aprender a adquirir las nuevas rutinas y encontrarnos cómodos en ellas. Fíjate, y yo que pensaba que el fin de las rutinas estaba próximo con mi proyecto de futuro: cada día un grupo nuevo, una ruta distinta… Pues nada, a posponerlo sine die. Precisamente una de las primeras cosas que he hecho hoy ha sido gestionar el aplazamiento de mi excedencia, y seguir más allá de las dos semanas que pensaba que me quedaban en este trabajo.

Al menos he podido comprobar que hay cosas que siguen igual, como la chica que limpia la escalera, que sigue al pie del cañón, o esa gente que sale a comprar el pan, aunque esta vez sea esgrimiendo las barras por la calle para que se nota que han salido solo a hacer la compra.

Yo he aprovechado y he vuelto a una de esas rutinas de cuando estudiaba: ponerme a preparar la comida del mediodía a eso de las 13:30, y además hoy los típìcos macarrones con chorizo que hacía mucho tiempo que no cocinaba. He hecho para tres días… Tengo claro que en algún momento voy a tener que imponerme algún tipo de ejercicio en casa o saldré rodando de este confinamiento.





Otras de las cosas en las que pienso cada día es qué hice hace dos semanas, quién me pudo haber contagiado o a quién pude haber contagiado. Por ahora ya puedo asegurar que las opciones de que haya exportado desde Madrid el virus a Murcia, con escala en una ruta en pruebas del negocio que quiero poner en marcha, son la mitad que hace tres días.

Y es que los caminos del CoVid19 son inexcrutables.


CONTINÚA AQUÍ...

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