martes, 5 de mayo de 2020

(OTRO) DIARIO PARA UN CONFINAMIENTO POR PANDEMIA GLOBAL: Por el bosque.


MARTES 5 DE MAYO


Los días de compra han perdido la magia de las semanas anteriores, cuando era la única ocasión de la semana en la que salía a la calle, me daba el aire y veía a otra gente que no fueran los de las ventanas, bien las de los edificios de enfrente, bien las de las pantallas de los dispositivos electrónicos, que son como el gran hermano que describió Ray Bradbury en Fahrenheit 451. Ahora ya podemos salir a pasear o hacer deporte, y vaya si lo hacemos.

Esta mañana al ir a la compra se mezclaban los deportistas y paseantes del primer tramo horario del día, que regresaban a casa, con la gente mayor del segundo tramo, que salían a reclamar su parte de ciudad. Era como en la canción de Sabina Caballo de cartón: «Ambiguas horas que mezclan al borracho y al madrugador», referida a esos primeros instantes del día en el que se cruzan los borrachos a los que se les hace de día y los que han de salir al curro aún de noche. Me solía acordar de esta canción muchos viernes por la mañana en Valencia, cuando a la hora en la que iba a clase o al trabajo me cruzaba con otros estudiantes, normalmente erasmus, que se recogían, totalmente desaliñados, a esa hora. Alguna vez vi como intentaban desayunarse alguna de las naranjas de los árboles que poblaban la calle Benicarló donde viví. Animalicos, qué cara ponían cuando descubrían que estaban horribles porque esos árboles eran naranjos bordes. Pues de eso me he acordado hoy al hacer la compra.

Ya no ha sido un martes como los anteriores, de solo paseantes de perro y gente con carrito de la compra, hoy éramos más; pero ya no había cola ni al entrar ni al salir del súper, y eso que he llegado un poco más tarde porque me he dormido y casi no llego a tiempo para la llamada en la que grabo la sección que tengo en Radio Elche.

Salvo eso y el tetris que he vivido metiendo la compra en la nevera, no ha sido un día de grandes emociones por ahora. Ayer pasé por la puerta de los cines Ideal, los más cercanos a mi casa, a ver si ya habían puesto cartelera para cuando abran, por ir reservando butaca, casi me da igual la película; pero no había nada. Es curioso, podría mirarlo en la web, pero me pareció más normal ir directamente al cine a ver qué anunciaban. Aún me acuerdo de cuando para saber qué había en el cine tenías que comprar el periódico o poner la radio a la hora a la que daban la cartelera. Todos los que tenemos más de 35 años hemos vivido eso, ¿podríamos volver a esos tiempos más lentos, en los que no todo era para ya? La inmediatez nos ha hecho impacientes, y ahora hemos de aprender a ser pacientes, a que las fases de desescalada vayan llegando poco a poco, a contar las semanas como normalmente contamos las horas. Llevo aquí en casa en esta situación 54 días, y aún me queda un mínimo de otros 50 días para regresar a Elche (cierto que antes de eso tendremos algo parecido a la normalidad, cada cual en su ciudad o provincia, pero tengo ganas de regresar a la costa).

Ya llegará.

Durante el paseo de la tarde, en el que he coincidido con mi vecina al salir del edificio, esta me ha descubierto la zona de la pradera de san Isidro, a la que nunca he ido a pesar de tenerla al lado de casa (casi siempre me ha pillado ese día fuera de Madrid). Se podía pasear tranquilamente por el parque, había gente pero nada que ver con las aglomeraciones de las zonas urbanas. No sé si este parque estaría fuera de las zonas no permitidas, porque hemos visto un coche de la Policía Nacional circulando por allí sin que hicieran ningún tipo de advertencia a nadie.

Si ayer en mi paseo redescubría algunas zonas del Rastro por las que sólo había pasado en domingo, cuando están atestadas de gente mirando los puestos, hoy no me ha venido nada mal el paseo por ese bosque tan cercano a casa.


David 48 – Nocilla 0

CONTINÚA AQUÍ: Una cama para ti.

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