viernes, 1 de mayo de 2020

(OTRO) DIARIO PARA UN CONFINAMIENTO POR PANDEMIA GLOBAL: Ciclos.


VIERNES 1 DE MAYO


Ayer me preguntaba cómo iría muriendo este diario, en qué momento escribiría la última entrada porque ya no me consideraría una persona confinada. Hoy ya he visto que el diario de mi colega y paisano, el escritor Eduardo Boix, toca a su fin. Mañana sábado, primer día en el que podremos salir a dar un paseo y hacer deporte, aunque dentro de las condiciones de confinamiento, será la jornada en la que escriba el epílogo de su diario Los confinados. Yo aún no lo tengo claro. El archivo de texto en el que voy escribiendo estas reflexiones y descripciones de mi día a día acumula ya 111 páginas. Quizá debería ir muriendo durante la fase 0 que comenzamos, y aprovechar este arranque creativo y este hábito para retomar la continuación de mi primera novela A Macondo se va en línea recta, puesto que en Madrid aún queda un mínimo de un par de meses hasta que regrese algo que pueda llamarse normalidad.

Hoy haré un directo en Instagram, el habitual de los viernes, en el que hablaré con uno de los editores de A Macondo se va en línea recta y con la editora de mi anterior libro: Acción evasiva, les preguntaré qué les parece el argumento que estoy desarrollando para la continuación de la novela.
Es necesario ir pasando de fase, no solo en la famosa desescalada, sino en los ciclos que cada uno de nosotros está experimentando. Todos pasamos nuestros ciclos, tanto a nivel macro en nuestras vidas como a nivel micro a lo largo del día, la semana, el mes o la estación del año. Y en una situación como esta que estamos viviendo también han sido muchos quienes han atravesado diferentes ciclos y fases; y tenemos que aprender a vivir y a comprender la variabilidad, que no volubilidad, de quienes nos rodean. No hablo de ciclotimias o bipolaridad, que ha de diagnosticarse y tratarse, sino de que nuestros estados de ánimo van acompasados a la realidad variable que nos rodea a diario.

Hace ya tiempo que suelo repetir que no me fío de esa gente que está siempre segura de sí misma, que no duda, que tienen la afirmación cargada en la lengua y en el teclado (es una variante del cuñadismo). Y no me fío de esta gente porque lo humano es dudar, errar… Y dejarse llevar por las emociones... También saber controlarlas, cierto, aunque primero hay que reconocerlas, así que cuidado con quienes no muestran sus emociones y durante estos días han estado impertérritos, constantes, permanentes, estacionarios en su rictus, porque lo humano habrá sido atravesar momentos buenos y momentos malos. A ver, puede ser que algunas sean personas de baja intensidad en sus emociones, aunque las vivan, o de baja expresividad. A algunos nos pasa que nos han dicho que somos como un robotito sin emociones porque en algunos ámbitos normalmente las ocultamos, pero estamos trabajando en ello, en solucionarlo con ilusión. Sin embargo vigilad a quienes realmente no sufren cambios en sus estados de ánimo, a esas personas que están seguras de su régimen estacionario, cuidado con estos: puede que sean robots, extraterrestres que nos estudian, o que de repente un día pillen un machete y la líen cuando termine el confinamiento.

Por si es necesario correr delante de algún robot extraterrestre con un macheta en la mano, mañana pretendo salir a dar una carrera (aún no sé si Madrid Río estará abierto o deberé ir por calzada) y así voy recuperando el tono en las piernas para esa potencial huida. Para ello esta mañana he tenido que bajar al garaje a recuperar del maletero del coche la maleta en la que guardé el miércoles 11 de marzo los pantalones cortos y bañadores, pensando que por estas fechas ya estaría vespeando por las playas de la Costa Blanca. También he aprovechado esa bajada al garaje para limpiar el sillín de la moto, donde un gato ha dormido y hecho otras cosas estos días… Un vecino con el que me he cruzado me ha confirmado que él ha tenido el mismo problema.

El caso es que he recuperado los pantaloncitos cortos de correr para entrenar en caso de apocalipsis frente a los del machete. Si esto no se da, pues me liaré a cucharadas con el bote de Nocilla, para calmar todos mis males.


David 44 – Nocilla 0


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