No falla, cada vez que mi señora
quiere o necesita echar una bronca a alguien, soy carne de cañón. Siempre tiene
alguna “pregunta trampa” (yo la llamaría pregunta cabrona) con la que no
tengo ruta de escapatoria posible. Tanto el silencio como cualquier respuesta
que dé serán motivo de reproche y chorreo de forma automática. Es una de las
armas más poderosas de las que disponen las mujeres en la eterna “guerra de
sexos”.
Y de eso va a ir este post,
aprovechando que en El Sótano de Radio Jove Elx del jueves 24 de octubre
de 2013 hablamos del tema (sólo por hacer chanza las unas con los otros), he
rastreado el tema en mis recuerdos audiovisuales para dar algo de luz al tema.
Habría que escarbar mucho para
encontrar los orígenes de la “guerra de sexos”, pero no es la función de este
blog hacer profundos análisis históricos y sociológicos. De todas formas quien
quiera encontrar el origen de nuestras diferencias pero sin necesidad de tesis
sesudas y aburridas, no ha de perderse la obra de teatro El cavernícola.
Nacida en San Francisco, lleva
representándose desde 1991 (¡22 años!), y aquí en España suma ya cinco temporadas
de mano de Nancho Novo. Esta obra bucea en lo más profundo de la caverna humana
para explicar, con humor, el porqué de las diferencias entre hombres y mujeres:
nosotros cazadores en un entorno hostil de bichos grandes y peligrosos que
podían matarte fácilmente, con la atención centrada en un único objetivo;
vosotras recolectoras y criadoras, pendientes de mil cosas, recordando lugares,
sabores y colores para recoger las bayas y las hierbas apropiadas donde estaban
la última vez. Viendo este monólogo no dejaréis de reíros y reconocer muchas
cosas.
Una de las mejores
representaciones de la guerra de sexos corresponde a uno de los mejores autores
teatrales, hablo de Mucho ruido y pocas nueces de William Shakespeare. Una comedia
romántica donde dos parejas de lo más distinto: una joven de enamorados
chorreosos y otra más madura de desencantados recalcitrantes. Los duelos
dialécticos entre los dos últimos, Benedict y Beatrice, son de lo mejorcito que
se puede leer en comedias románticas.
La versión cinematográfica de Kenneth
Branagh es una maravilla, una de mis primeras películas favoritas
Y hablando de comedias
románticas, ésta es una de las cosas que atestigua la diferencia entre hombres y
mujeres. Es curioso que gusten tanto a las mujeres y menos a los
hombres, porque si os fijáis, el patrón típico de todas estas comedias es el de la chica lista,
trabajadora, inteligente, capaz y objetivamente autosuficiente pero que no
puede vivir sin un hombre o que, si vive feliz en su soltería es porque aún no
sabe que lo que ella necesita es un hombre. A ser posible este hombre ha de ser un tanto canalla,
malote. Porque ésos son los hombres que según las comedias románticas típicas gustan a las mujeres: los malotes que les hacen
sufrir, los que las mantienen en vilo. Cualquiera diría que el
instinto maternal les obliga a buscar al niño malo al que educar y meter en
cintura.
Como gran exponente de esa filosofía: Chica que redime al malo malísimo y hace que el amor cure la zombificación sentimental que sufrimos los hombres, tenemos esta rareza que fusiona el género de la comedia romántica y el triunfante género de los zombies:
Aparte de esta excentricidad, podríamos encasillar las comedias románticas en estos grupos:
Como gran exponente de esa filosofía: Chica que redime al malo malísimo y hace que el amor cure la zombificación sentimental que sufrimos los hombres, tenemos esta rareza que fusiona el género de la comedia romántica y el triunfante género de los zombies:
Impagable. Citando a un crítico de cine: "Romeo se encuentra con Romero"
Aparte de esta excentricidad, podríamos encasillar las comedias románticas en estos grupos:
·
La pobrecita indefensa que necesita a un hombre
que la cuide
Hola, soy una chica de la calle, soy
una perdida que necesita un príncipe azul que la lleve por el buen camino (el
de la Visa, of course)
·
La independiente que se muere por encontrar
pareja que, quién me lo iba a decir, acaba por ser el truhán que nadie esperaba
¿Quién no resistirse a Hugh Jackman?
Ese lobezno al que domesticar, ni la cotizada Ashley Judd podría
·
La solterona convencida que ve a lo largo de la
película que no puede vivir sin ese capullo presuntuoso al que redime.
Sobre todo si hay bebé incluido
Porque ésta es otra: los malotes
siempre se redimen. Cometen infidelidades, hacen auténticas barrabasadas, pero
al final el amor triunfa y ella traga con las ruedas de molino que haya que
tragar para tener a su vera a su macho reproductor.
Y es así en casi todas las
comedias románticas, empezando por ejemplo con las de Rock Hudson (Confidencias a medianoche, 1959; Pijama para dos, 1961 y Su juego favorito, 1964) y llegando
a uno de los grandes éxitos del cine de finales del s. XX: la cenicienta de Pretty Woman (1990).
Las primeras crearon tal escuela
hablando del mundo de la publicidad en la avenida Madison del Nueva York de los
años 60, que hoy en día tenemos la genial serie Mad Men retratando fenomenalmente aquella época, incluyendo el
papel que hombres y mujeres tenían en esa sociedad, donde la liberación de las segundas apenas estaba empezando. Incluso en 2003 se rodó la película Abajo el amor con Renée Zellweger y Ewan McGregor, haciendo
mofa-homenaje de estas películas de los años 60.
Más reciente tenemos algunas
divertidas escenas de terapia matrimonial en Sr. y Sra. Smith con ellos, las perfectos, divinos, sonrientes,
inigualables e irreproducibles Brangelina.
Pero, frente a la
previsibilidad de estas películas donde siempre triunfa el amor de la forma más convencional, yo prefiero otro tipo de comedias románticas
donde no se sigue el típico guion de chica que cae rendida a los pies del
canalla adorable de turno. Puedo citar títulos como:
·
Cuatro bodas y un funeral (1994)
Una de las
primeras comedias en la que el tema de la soltería, encontrar o no a alguien,
quién dice qué y luego hace qué, es la reflexión continua pero sin establecer
una posición de poder de un sexo sobre el otro, simplemente habla de lo
perdidos que podemos estar a veces. La película en la que conocimos al
dubitativo Hugh Grant.
·
Persiguiendo a Amy (1997)
Ahondando en lo
anterior, otra de las buenas películas de Kevin Smith (Mallrats, Cleks, Dogma,…) donde esta vez el protagonista,
Ben Affleck, es un dibujante de cómics que se enamora de una colega de
profesión, a la que mira tú por donde no le van los tíos. Así que la historia
de amor no es posible, pero en esta película vemos los caminos por los que
pueden desarrollarse las relaciones entre hombres y mujeres.
·
100 chicas
(2000)
Una comedieta supuestamente menor donde el protagonista
conoce al amor de su vida en un ascensor de una residencia femenina (donde
viven 100 chicas) durante un apagón. Tienen un tórrido encuentro pero no llegan
a verse las caras. Y será él, el chico, quien se tire toda la película buscando
a la mujer de su vida entre las 100 chicas de la residencia: cada una de su
padre y de su madre, investigando en los diferentes tipos femeninos, buscando a
la propietaria de las bragas que le quedaron de aquel encuentro a oscuras en un
ascensor. Una comedia divertida donde los tópicos son usados de una forma un
tanto más inteligente.
·
Love actually (2003)
Otra clásica
comedia romántica inglesa que sin duda bebe de la tradición de Cuatro bodas y un funeral, en la que
siguiendo diferentes parejas potenciales y reales, en diferentes estratos
sociales y sociológicos, se da un repaso a las cosas, buenas y malas que
hacemos por amor.
·
(500) Days of Summer (2009)
Una comedia
independiente narrada desde el punto de vista masculino, donde es él quien cree
en el amor y ella (Summer) quien no quiere saber nada del caso. Un delicioso
repaso no lineal a los 500 días que, a pesar de sus diferencias, pasaron
juntos.
Boys don't cry... Or maybe they do...
Y retomando de lo que hablábamos
al principio, la guerra de sexos, no puedo dejar de mencionar la gran batalla
entre sexos que hubo en los años 80, y que no es otra que la que se dio entre
la peligrosa e inteligentemente malvada lagarta de Diana, y el macho alfa
dominante y protector que era Mike Donovan en V.
Aquello sí que era una guerra de sexos encubierta, en la que se desataba la
lucha entre dos poderes de género contrario, cada uno gobernando con mano de
hierro su bando.
Él era Mike Donovan
Qué mala era pero como molaba
Diana. Os recomiendo que leáis este artículo de la revista Jot Down Spain en el que se analiza su mito. No tiene desperdicio
ninguno.
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