lunes, 22 de septiembre de 2014

Regreso

Deberías airearte un poco y ya de paso tiras esa ropa, ¡que huele a bicho muerto!

‑Pero cariño…

‑¡Ni cariño, ni cariña! Que ya me sé yo tus historias. Además, mientras no te afeites esa barba monstruosa ni se te ocurra acercárteme a menos de seis pies.

‑Pero…

‑¡Chitón! Tira y haz lo que te digo.


Vencido, se encerró en el baño, comenzó a desnudarse, no sin dificultades (aún no había asimilado la inmovilidad de tierra firme), y se metió en la tina. Mientras se frotaba, Ernest Shackleton añoró el mar cruel, su hundido Endurance, y la hostilidad y dureza de Georgia del Sur.

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