Aprovechando que el 23 de octubre estuvieron de visita en El Sótano (Radio Jove Elx) los miembros de la banda celta Zarzagán, con motivo de su actuación dentro del XIX Festival de Música y Teatro medievel de Elche, voy a hacer un triple salto mortal para contar algo de la Ruta Panamericana.
No sé a vosotros, pero la música celta me pide salir a la
carretera a buscar prados verdes entre colinas bajas un día nublado en el que
hay que usar un buen anorak o un cortavientos para protegerse de la amenaza de
lluvia suave, que no moja pero cala.
Paisajes en los que la carretera es un fino hilo de asfalto
oscuro y mojado entre esos campos verdes y civilizadamente salvaje. Y es que
las tierras de las regiones donde se asentaron los celtas, aunque tengan un
aspecto agreste y poco transitado, realmente son tierras domadas para la
explotación agrícola, para que las ovejas pazcan a sus anchas, dando carne,
lana, pieles y leche a sus habitantes. La lana que tanto abunda en estas
tierras, desde el norte de España (Galicia, Asturias, León), hasta la lejana
Escocia y pasando por la Bretaña francesa y Gales, donde viven los raros del
Reino Unido, que ya es decir… Aunque un respeto por los galeses, que Tom Jones
es de allí, y Manic Street Preachers,
y Duffy, y los Stereophonics y Donna
Lewis, y el guitarrista de Motorhead Phil
Campbell y Chris Slade y Dave Evans de AC/DC
y Lawrence de Arabia, de quien hablé en el último artículo, y Ken Follet, que
ya quisiera yo ser Ken Follet…
Nosotros los chicos decentes vigilamos que no se nos vea la virtud
Pero bueno, a lo que iba, la lana de los celtas (y con la que
se hace el kilt escocés) fue un producto central de la economía en la Edad
Media, desde Castilla, donde la Mesta fue una de
las asociaciones gremiales más poderosas durante siglos, hasta las prósperas
ciudades del Báltico y mar del Norte asociándose en la Liga Hanseática.
Si en otros artículos he hablado de la Ruta de la Seda y otras relaciones comerciales que unían Oriente
con Occidente, la lana fue un producto esencial que ayudó a vertebrar las rutas
comerciales de Europa durante la Edad Media, y que contribuyó a que los restos
del imperio romano y los reinos que se cristianizaban en el norte del
continente comenzaran a relacionarse entre sí no sólo para guerrear.
Esta importancia de la lana redundó en el incremento de las
tierras de pastoreo y en privilegios para quienes practicaban la ganadería
ovina, para que los animales pudieran alimentarse e incrementar sus rebaños por
toda la vertiente atlántica europea, más propicia con sus lluvias abundantes y
sus veranos suaves y cortos para el crecimiento de los pastos. Así, ha habido
clanes escoceses que han estado más de mil años criando ovejas y siendo
familias ricas e importantes dentro de la isla de Gran Bretaña, y por tanto
dentro de lo que fue el imperio británico. Os recomiendo que visitéis en
Escocia la isla de Skye, que está a tomar por saco de lejos en la zona más
alejada de Gran Bretaña y que sin embargo alberga el castillo Dunvegan, que es el castillo
habitado de forma continua más antiguo de Europa, con los clanes de los McLeod
de McLeod y los MsDonald (esos que luego se dedicarían a las hamburguesas).
Pero el dinero quiere más dinero y para ello has de
embarcarte en nuevas aventuras comerciales y explorar nuevas rutas que te
permitan enriquecerte en un mundo en el que siempre se quieren productos
nuevos.
Así, cuando llegó la revolución del descubrimiento de América
y todos los países de Europa de lanzaron a coger su trozo del pastel, los
escoceses que a principios del s. XVIII eran independientes de Inglaterra
aunque tenían el mismo rey también quisieron salir a por su parcelita al otro
lado del océano. Y la cagaron bien cagada. Si se hubieran quedado criando
ovejas y esperando a que apareciera el petróleo quizá ahora serían un país
independiente sin necesidad de hacer referéndums que no prosperan.
Uno de los motivos por los que los escoceses firmaron el Acta de Unión
con los ingleses dando lugar al nacimiento del Reino Unido fue que estaban
completamente arruinados tras un aventura colonial que les salió todo lo mal
que les podía salir, y por tanto los inversores en aquel proyecto fracasado
necesitaba el dinero inglés para recuperarse de aquel fiasco colonial. Y ahí se
terminó su independencia.
Pero; ¿por qué fue tan mal aquella aventura colonial escocesa
en América? Pues porque tuvieron la feliz idea de ocupar la única zona del
continente en la que la carretera Panamericana no ha sido construida, lo que
ahora se llama Tapón del Darién,
que si bien por su nombre podría ser un lugar mítico de la Tierra Media (por
cierto, los elfos tienen un rollito celta en el universo Tolkien, ¿no?),
realmente es una zona de selva virgen que separa Centroamérica de Sudamérica.
Los escoceses se enfangaron hasta las ingles (para regocijo de los ingleses,
valga la redundancia y broma fácil, que dejaron que allá se fueran pudriendo
aquellos colonos que iban en busca de un futuro mejor en el Caribe y que no
tenían ningún interés en meterse con otra guerra con España si ayudaban a sus
vecinos de isla); y el proyecto Darién, aquel
intento de establecer una colonia en el istmo de Panamá se saldó con dos
expediciones fracasadas (los de la segunda expedición se fueron para allá antes
de saber que de los de la primera sólo sobrevivieron 300 de 1.200 colonos, y además
sufrieron luego asedio por parte de las fuerzas españolas del virreinato de
Nueva Granada); y la ruina por la elevada deuda pública generada por la
aventura.
Quién mandaría a unos escoceses, celtas de tierras frías y de
prados despejados ir a inventar cosas a una zona selvática que aún hoy en día
sigue incomunicando Colombia y Panamá, el tramo inconcluso de la Panamericana,
como he dicho antes. Y el caso es que no iban mal desencaminados, que querían
instalarse allí para establecer una ruta comercial directa con Oriente, siguiendo
el ejemplo del Galeón de Manila español y de paso ir tomando posiciones en las
tierras donde fíjate tú por donde dos siglos más tarde se construiría el canal
de Panamá.
Y de la Panamericana os hablaré otro día. Por cierto, conocí hace unos días a un chileno que hizo esta ruta entre Méjico y Chile, salvo el tapón del Darién
que tuvo que hacerlo en avión.
¿Quién se viene a destaponarlo?
Ummnn... Cada día se aprende algo.
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