lunes, 26 de enero de 2015

El año de McFly

2015 es el año de Marty McFly.

Aquí estamos haciendo nuestro viaje en el tiempo, a una velocidad media de 30,42 días/mes, consumiendo ya un 7% del año y los coches siguen sin volar.

Hace veintiséis años que algunos estamos esperando que llegara ese futuro, desde 1989, cuando se estrenó la segunda película de la saga Regreso al futuro. La primera es de 1985, cuando Marty McFly, el personaje interpretado por Michael J.Fox, ese esencial del cine de los ochenta, le dice al doctor Emmett Brown una de las frases míticas que todo friki que se precie ha de conocer:

Visto a las afueras de Banyeres de Mariola el 1 de marzo de 2009


Y efectivamente, el próximo 21 de octubre del presente, Marty, su novia Jennifer y Doc llegarán a Hill Valley para evitar que el hijo de los dos primeros se meta en problemas.

Sin duda es la película más famosa de viajes en el tiempo, un tema que ha dado para mucho, y desde hace mucho. ¿Quién no intentaría cambiar algo que hizo en el pasado? ¿Quién no querría volver atrás para evitar errores de los que aún se arrepiente? ¿O quién no querría viajar al futuro para saber cómo serán las cosas, si los coches volarán, si exploraremos el Universo, si nos mataremos en una Tercera Guerra Mundial, si haremos contacto con seres de otros planetas que nos enseñarán cosas fantásticas o que quizá nos esclavicen…? ¿Qué no darían arqueólogos e historiadores para confirmar sus teorías y sus estudios?

Recuerdo cuando era niño, aún en la pubertad, y en Historia estudiaba los diferentes pueblos que habían pasado cerca de Elche. Me preguntaba cómo serían muchos siglos atrás los campos en los que ahora estaba mi casa, si habría por allí algún asentamiento, si las columnas de elefantes de Aníbal habrían pasado muy cerca de allí cruzando el Vinalopó. Según dicen los historiadores ya se ha desmentido que pasara exactamente por la antigua Helike y que su yerno Amílcar Barca muriera ahogado y envenenado por una fleca allí en el exiguo Vinalopó. Pero yo pensaba que sería una pasada estar escondido en un rincón, viendo llegar a los primeros comerciantes fenicios y griegos, a esas columnas de elefantes de Aníbal atravesando el río camino de Roma… No me digáis que ver eso de primera mano no es deseable.

Por todos estos motivos se ha escrito tanto sobre los viajes en el tiempo y, como dije antes, desde hace tanto. La primera obra de la que se tiene noticia que aborda este tema es Año 7603, del noruego Johan Herman Wessel, en 1781 (sólo 234 años, un rato…). Mientras que para la primera máquina del tiempo hemos de esperar a que la imaginara un escritor español: Enrique Gaspar y Rimbau, autor de El anacronópete de 1887, en pleno estallido de los grandes autores de ciencia ficción del XIX como Verne, Wells, Conan Doyle…

 

Esta máquina que imaginó Gaspar y Rimbau no sólo viajaba en el tiempo sino que también lo hacía en el espacio, porque llevaba a sus pasajeros a diferentes épocas y lugares. Saliendo desde la Exposición Universal de París de 1860 van primero a la batalla de Tetuán, de allí pasan por Granada en el momento de la conquista delos Reyes Católicos, por la China del siglo III, Pompeya y los tiempos de Noé… Un buen circuito turístico, ¿no? Y lo mejor de esta obra son los pasajeros de la máquina. A saber, el inventor de Zaragoza don Sindulfo García, su ayudante Benjamín, la sobrina Clarita, la sirvienta, el capitán Luis, algunas mujeres franceses de vida alegre y unos cuantos húsares, imagino que también franceses. Habría que leer el libro para saber si los húsares se suben a la máquina detrás de las mujeres de vida alegre o si fue al contrario… Me lo anoto

Pero siguiendo con el repaso de los viajes en el tiempo. Sin duda la novela más popular de este tema fue La máquina del tiempo, de H.G. Wells, una obra de la que se han hecho muchísimas películas y que tiene multitud de referencias en obras posteriores, además de tener varias lecturas que se van descubriendo en las nuevas visitas que haces al libro.

Los chicos de The big bang Theory compraron por ebay una máquina del tiempo a tamaño real pensando que era un juguete a escala.

Esta máquina de Wells, a diferencia de la de El anacronópete, viaja en el tiempo sin moverse de la localización en la que se encuentra, así que el protagonista del libro nunca sale de Londres.

Aunque bueno, sobre esto de viajar en el tiempo sin moverse en el espacio hay todo un debate físico-friki de gran interés donde entra en juego el movimiento de la Tierra, no sólo en el Sistema Solar, sino en la Vía Láctea y de nuestra propia galaxia y el grupo local en el que se encuentra. Habría que hablar de sistemas inerciales y de considerar las ecuaciones de la cinemática de la superficie del planeta con un punto de referencia fijo a nivel del Universo conocido para asegurar que cuando das un salto temporal no apareces más allá de la nube de Oort o dentro de una estrella.

Dejando la Física y volviendo a la ficción, precisamente en el Londres decimonónico se desarrollan otras dos obras de viajes en el tiempo, una de ellas, del gaditano Félix J. Palma, es Mapa del tiempo, (2008) ambientada en el siglo XIX y en la que el protagonista viaja para evitar la muerte de su novia a manos de Jack el Destripador, contando incluso con la ayuda del mismo H.G. Wells. La otra, es Las puertas de Anubis (1983) de Tim Powers. En esta novela, en la que unos estudiosos en literatura viajan al Londres de principios del siglo XIX para asistir a una conferencia de un poeta de la época, los protagonistas se ven envueltos en conspiraciones de hechiceros egipcios que quieren acabar con el imperio británico, viajando también al siglo XVII a la época de la revuelta de James Scott contra Carlos II de Inglaterra, coincidiendo con el primer pico de la Pequeña Edad de Hielo.

 

El método que tenían los viajeros en el tiempo del siglo XX de reconocerse era silbar las primeras notas de la canción Yesterday de Los Beattles.

Además autores como, Asimov, Lovecraft y Mark Twain han escrito de este tema. La de este último, Un yanqui en la corte del rey Arturo es divertidísima.

Y referente a libros, tampoco puedo dejar de hablar de una de las sagas de viajes en el tiempo por excelencia: Caballo de Troya del español J.J. Benítez. Son un total de diez libros en los que el autor nos cuenta la vida de Jesús de Nazaret de boca de un miembro de las Fuerzas Aéreas estadounidenses, que ha viajado hasta Palestina y se convierte en un seguidor del fundador del cristianismo.

 

Relacionado con la vida de Jesús hay también una obra alemana llamada El vídeo Jesús, de la que han hecho alguna película, que va de unos arqueólogos que encuentran en una tumba del siglo I en Jerusalén las instrucciones de una videocámara que aún no se ha fabricado…

Otra obra en la que los que interviene el Ejército norteamericano es El experimento Filadelfia de 1984, basado a partir de supuestos hechos reales: el proyecto Arcoiris, en el que la Marina quería hacer un barco invisible al radar. En la película, los protagonistas viajan desde 1943 a 1984.

Además también hemos vistos viajes en el tiempo en Star Trek¸ donde la nueva saga establece una línea temporal paralela que no invalida lo que ocurre en la primera saga de películas, una especie de homenaje y admiración hacia la obra original.

También tenemos paseos temporales en Lost, la Tardis de Doctor Who, la mítica Enano Rojo de los ochenta; e incluso en Futurama, en un capítulo en el que los miembros de Planet Express viajan hasta Roswell en 1947, cuando el famoso ovni de Roswell, que no es más que la nave de reparto interplanetaria de la «sensual y cíclope comandante Leela» (me gusta decir esto con la voz de Zapp Brannigan). Al final resulta que Fry es su propio abuelo, un tema recurrente en muchas de las obras de viajes en el tiempo.

¿Os lo imagináis que os pasara a vosotros? Ya os he jodido el día…

Por cierto, y estableciendo extrañas conexiones, ¿sabéis que el personaje Kate de Lost (la innecesaria elfa de El Hobbit Evangeline Lilly) participa en un atraco a un banco en Nuevo México al lado de Roswell? Ahí dejo el dato.

 

BIENVENIDO AL MUNDO DEL FUTURO

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