miércoles, 19 de junio de 2013

Crítica de cine: INSENSIBLES



Película valiente que no se merecía que un domingo por la noche sólo hubiéramos seis personas (mis tres acompañantes y yo, y otra pareja) en la sala a la que fuimos a verla.
Se trata de una historia cebolla, con muchas capas, capaz de hacer llorar a los más sensibles, e incluso dar algún respingo a los más impresionables, aunque hable de insensibilidad. La única información que tenía cuando fui a ver la era la siguiente:
  • Niños que en la época de la Guerra Civil sufren una extraña enfermedad que les hace inmunes al dolor físico.
  • Tipo que en la actualidad sufre un cáncer y necesita un trasplante de médula ósea de sus padres, pero resulta que éstos no pueden ayudarle por algo que ocurrió en el pasado.
Con estas dos premisas, Juan Carlos Medina construye en su primer largometraje una historia que nunca va hacia donde esperas, en la que el argumento, sin dejar de ser comprensible y creíble, va sorprendiendo prácticamente en cada vuelta de esquina de su recorrido, pero sin necesidad de ningún golpe de efecto.
En el camino que hace el protagonista, un prestigioso neurocirujano (Àlex Brendemühl), intentando averiguar sus orígenes, y de paso salvar su vida, la película nos va descubriendo una serie de insensibilidades, tanto de las personas como de esta sociedad y este país, ahora y años atrás. Y no, Insensibles no es una película de la Guerra Civil o sobre la memoria histórica, como he leído en alguna crítica de la prensa más rancia, donde parece que escuece que se usen los recursos de nuestra guerra para contar historias que van mucho más allá de lo que ocurrió en este país durante esos tres años de infamia y el régimen posterior, igual de infame.
Efectivamente en esta película se nos van contando en paralelo dos historias separadas casi ochenta años en el tiempo. La más antigua de ellas nos narra los avatares de unos niños con una extraña enfermedad, y que para su mayor desgracia han de sufrir una guerra, a sus contendientes (ambos bandos) y a los vencedores (y me parece que esto es lo que pica a los cavernarios disfrazados de adalides de la libertad de cierta prensa). Se trata de una historia que va ganando en dureza y en matices conforme va avanzando, con una atmósfera que desde el punto fantástico y trágico del comienzo (me llegaron a hablar de cierta similitud con El laberinto del Fauno, aunque realmente sólo se parece en las circunstancias del ámbito espacial y temporal) va evolucionando hasta un punto medio entre el drama y el terror psicológico.

 
En esta historia, con la excusa de la insensibilidad física de los niños, se nos descubren otras insensibilidades y los peligros que éstas suponen tanto para los insensibles en sí como para quienes les rodean. Vemos cómo la falta de sensibilidad, la incomprensión y el rechazo, pueden convertir a una víctima en un verdugo (¿nos suena esto de algo en la actualidad con una de las principales lacras de nuestra sociedad, la violencia contra las mujeres por parte de algunos impotentes emocionales que en algunos casos fueron maltratados en la niñez? No, tranquilos, esto no ha sido un spoiler).
Sin embargo, en la historia que se desarrolla en la actualidad, la línea argumental es un tanto más lineal, complementándose el avance de la investigación del protagonista con los descubrimientos que poco a poco nos brinda la narración del pasado, aunque a veces también se adelanta a la misma para no perder parte de su pulso narrativo.
Como he comentado anteriormente, se trata de una película valiente, con pretensiones pero no pretenciosa, que no se amilana a la hora de plantear un argumento con recovecos de la historia reciente y que, a pesar de un final que puede llegar a confundir a quienes no seamos una lumbrera del metalenguaje cinematográfico y narrativo, te deja con sensación de haber visto una buena película, de las que te hace plantearse cosas.
Sobre los actores, se constata la evolución favorable de las películas con niño en el cine español, alcanzando éstos una credibilidad interpretativa y una transmisión de emociones que hace unos años no recuerdo que se diera. Además tenemos la aparición del siempre fiable Juan Diego y la interpretación de Àlex Brendemühl que siendo buena no puedo valorar correctamente porque me chirriaba el doblaje al castellano. Éste es quizá el principal fallo de la película.

 
Hago desde aquí un llamamiento contra lo absurdo de doblar las películas con diálogo en catalán en las salas del resto de España. ¿Para qué están los subtítulos? En esta misma película aparecen el alemán y el inglés, ¡y no se doblan! Y en la versión original también aparece el castellano junto con el catalán. ¿Por qué se dobla todo al castellano cercenando el matiz del uso de una lengua u otra según el personaje y el momento? Además, un actor doblándose a sí mismo pierde, y la prueba de ello es cómo mejora la percepción de la interpretación de Brendemühl en sus encuentros con Juan Diego, cuando lo estamos escuchando en sonido original, y no doblándose a sí mismo.
Una cutrez que temo nace del temor de que en el resto de España haya rechazo al catalán. Eso es otro ejemplo de insensibilidad que quizá nos esté dando, involuntariamente, esta película.


Atención al tráiler:

 

2 comentarios:

  1. Habiendo terminado de ver esta película, me topé con ésta publicación, la cual me pareció excelente y muy real el punto de vista! está clara la censura hacia el catalán ! la guerra mediática que se ha tenido en España contra Cataluña! Saludos desde America Latina.

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  2. Muchas gracias por tu comentario. Es evidente la falta de didáctica con la diversidad cultural de España, así como el victimismo fácil. No se están haciendo bien las cosas, y una muestra de ellos es que se haya doblado al castellano la parte que es en catalán, en lugar de subtitularla.

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