El verano de 2013 ya está aquí, con permiso de las irregularidades climatológicas, que nos han traído una de las primaveras más extrañas que recuerdo. Y si de cosas extrañas se trata, pues pocas cosas más extrañas hay que un verano sin lecturas. Se trata de la época con más tiempo libre, con más horas de descanso en la piscina, el parque, la playa o el balcón de casa.
Yo tengo muchos recuerdos de mis lecturas y mis siestas veraniegas, así que, rescatando un artículo que escribí hace un tiempo para la desaparecida revista 100P, os traigo un relatillo de aspiraciones veraniegas y algunas recomendaciones de lecturas para los adolescentes que os rodean o que accidentalmente han asomado por aquí.
UN RELATO:
Aquellas siestas de verano
A la hora de
la siesta, la más cálida de aquellos veranos, cuando los gorriones bajo los
aleros de los tejados y las cigarras en los troncos de los pinos eran los
únicos que recordaban que había vida en las calles desiertas y mal asfaltadas de
la urbanización. A la hora en la que alguna leve brisa atravesaba la ventana
entreabierta para refrescar con el movimiento de la cortina mis pensamientos
más tórridos. Ésa era la hora que más disfrutaba del verano. Recreándome en las
imágenes, grabadas a fuego en mis retinas, de su bikini pasado de temporada y
de edad, que no quería admitir que la pubertad se le había transformado en
adolescencia. Imaginando que la cortina tocándome el brazo eran sus dedos, su
piel joven rozando la mía en la piscina en juegos con los que evidenciaba que
aún no sabía la bomba de relojería en la que se había convertido su cuerpo.
Cómo sufría en aquella piscina, pero cómo disfrutaba en mis siestas solitarias.
Pensé que le gustaba, pero sólo era cuestión de tiempo que ella supiera que sus
quince años tenían un recorrido que quedaba largo a mis trece veranos.
Y unas recomendaciones de lectura durante este periodo de vacaciones que empieza para la muchachada postpúber y adolescente:
La
guerra de los botones, de Louis Pergaud (1912)
La obra más
famosa de este autor, quizá uno de los mayores éxitos de la literatura juvenil del pasado siglo, que ha sido llevada hasta tres veces al cine. Un libro en el que se cuentan los
enfrentamientos entre los niños de dos pueblos vecinos a finales del siglo XIX
en la Francia aún semirrevolucionaria. Estos enfrentamientos son una guerra en
miniatura, en la que Pergaud refleja mucho más que las simples chiquilladas de
pandillas rurales.
Un
agujero en la alambrada, de François Sautereau (1979)
Ambientada
también en el mundo rural francés, esta obra juvenil narra las aventuras y desventuras
de un grupo de niños en particular y de todo el paisanaje en general y sus
interacciones. Estos niños tienen entre sus obsesiones burlar a los gendarmes del pueblo y atravesar la alambrada que
en el bosque cercano delimita una zona prohibida. A mitad del libro se nos van desvelando los
misterios que hay tras esa alambrada, haciéndonos reflexionar sobre qué clase de vida y comodidades queremos
tener. Me atrevería a afirmar que en este libro hay una pequeña influencia de Un mundo feliz de Aldous Huxley, e incluso que el director de cine M. Night Shyamalan tomó algo de esta novelita para dirigir su película El bosque.
Mi
familia y otros animales, de Gerald Durrell (1956)
Divertida
obra autobiográfica en la que el naturalista, zoólogo y difundidor británico
nos cuenta su estancia en la isla griega de Corfú en 1935, cuando apenas
contaba con 10 años. Todo lo que aquel niño vivió y aprendió aquel año, con
enseñanzas de tutores privados, amigos, familiares, excursiones por la isla en
búsqueda de animales, fructificaron en uno de los principales naturalistas y
defensores del medio ambiente británicos.
El
camino, de Miguel Delibes (1950)
Mientras
Daniel, El Mochuelo, intenta dormir la noche antes de comenzar una nueva
vida como estudiante de Bachillerato lejos de su pueblo y de todo lo que él
consideraba que era lo que una persona debía saber en la vida, los recuerdos van
pasando por su mente. Delibes nos ofrece en su tercera novela un fresco de la
España rural de la posguerra, mostrando su pasión por la Naturaleza, tocando
los temas del amor, la muerte, la llegada a la madurez y mostrándonos retazos
finos de la situación sociocultural de aquel mundo gris de religión omnipresente
y diferencias sociales insalvables.
Un
capitán de quince años, de Julio Verne (1878)
Un canto al
esfuerzo, la amistad y el compromiso en esta famosa novela del francés Julio
Verne, en la que las traiciones y mezquindades de unos obligan a que los más
nobles se vean asumiendo la responsabilidad, la toma de decisiones y el encuentro con un mundo mucho más difícil del que habían conocido hasta el momento. Y todo
ello sin dejar de viajar y descubrir, como es habitual en las obras de Verne.
Pues eso, leed este verano, sacadlo todo el partido a las horas de la siesta, y buscad sombras placenteras para ello.
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