MIÉRCOLES 6 DE MAYO
Esta mañana he salido de nuevo a
correr. Las diferencias entre salir por la mañana y por la tarde son notables,
hay bastante menos gente a primera hora y no me ha costado nada mantener las
distancias con quienes me cruzaba, al contrario que con la coreografía del
distanciamiento que tuve que ejecutar el pasado sábado por la tarde.
A todo esto, he llegado a tiempo
a hacer la carrera dentro del horario establecido porque tengo palomas durmiendo
bajo mis ventanas, y esta mañana a eso de las 08:30 me han despertado dando por
saco. Si no, ya no hubiera podido encajar una carrera de más de media hora
antes de las 10.
He tenido buenas sensaciones
durante la carrera, era una mañana fresca y las piernas me han respondido, con
lo que he de estar agradecido a la youtuber que me gritaba «¡Vamos campeona!»
desde la televisión, puesto que me ha mantenido en forma. Por cierto, la tengo
algo olvidada últimamente, he de volver a hacer rutinas los días que no salga a
correr. En las últimas jornadas he corrido unos 16 km en dos salidas y he
caminado unos 17 km en tres días, que no está nada mal después de mes y medio
saliendo sólo una vez a la semana para hacer la compra. Al menos en estas
salidas es más sencillo evitar a la gente empanada que se para en la mitad de
los pasillos del súper o que se tira un rato bloqueando un expositor mientras
decide qué producto pilla. A ver, campeones, ¿en serio no vais con la lista de
la compra? Y en todo caso, ¿tanto cuesta quedarse en un rincón sin molestar
observando desde la distancia los productos entre los que elegir y nos dejáis
vía libre a los que tenemos claro lo que queremos?
Realmente quiero creer que las
salidas a la calle, si mantenemos las distancias (empanados aparte), presentan
menos riesgos que la salida a la compra en los pasillos del súper, donde por
más medidas que tomemos con entrada controlada, gel y guantes, siempre hay gente
irresponsable en esos lugares cerrados.
Hoy he estado hablando con la
enfermera desconocida que me cuenta de tanto en tanto cómo vive ella esta
situación. Me ha explicado que tras haber visto un documental sobre los que se
enfrentaron a la curva ha revivido las experiencias de las primeras semanas,
cuando tuvo que adaptarse al trabajo en las UCI (ella es enfermera de quirófano).
Durante esas primeras semanas lloró mucho cuando regresaba a casa, le fue muy
duro enfrentarse cara a cara a la muerte, a una Medicina de guerra en la que
había profesionales que debían decidir a quiénes se les daba una oportunidad y
a quiénes no; hubo luego algo que le cerró el grifo de las lágrimas, algo que
la endureció, y sin embargo ella temía que de repente todo eso que ya no le
salía, esas emociones reprimidas sin saber por qué estallaran. Y eso me ha
contado que le ha pasado tras ver este documental.
Además me ha explicado que en el
hospital han puesto a disposición de los profesionales un servicio de atención psicológica
para ayudarles a convivir con lo que están pasando, y ella tendrá que recurrir
más adelante a esos servicios.
Por eso, yo no hago caso a los
tontos que preguntan que para qué aplaudimos. ¡Resentidos! Podemos aplaudir la
labor de quienes se juegan la vida, y luego criticar, claro, no son cosas
incompatibles. Pero siempre hay miserables dispuestos a soltar su bilis.
Si los sanitarios están jodidos
con lo que viven, poco les ayuda ver esos debates estériles, y mucho menos aún a
la gente que no cumple las normas, que no es consciente de que en los
hospitales se han vivido semanas terribles. En su nombre, el de la enfermera
desconocida, os pido que no nos creamos indemnes, invencibles o que hemos sobrevivido
a esto porque los números de afectados van disminuyendo. Que si hay camas
libres en las UCI, no creamos que esto puede haber terminado, porque quizá alguna
de esas camas libren sean para vosotros… Así, tal cual, me lo ha dicho ella.
Aun así, ya queda menos, aunque
no debamos levantar la guardia. Relativo a este «ya queda menos», es curioso
que hoy Facebook me ha vuelto a mostrar publicidad de empresas de cajas de
cartón para mudanzas… Hace dos meses estaba enfrascado en organizar mi regreso
a Elche, y me salían esos anuncios cada vez que me conectaba a internet. Hoy,
una vez que hemos vuelto a salir a la calle, me aparecen de nuevo las cajas de
cartón…
Por cierto, ayer publiqué mi
entrada del día a última hora y con las prisas olvidé poner la coletilla de la
Nocilla, además de que la publiqué en las redes esta mañana. Al volver de la carrera
tenía algunos amigos preocupados por si había sido vencido por la tentación y
me había zampado el bote de Nocilla. Confirmo que la Nocilla sigue indemne.
David 49 – Nocilla 0
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