lunes, 27 de abril de 2020

(OTRO) DIARIO PARA UN CONFINAMIENTO POR PANDEMIA GLOBAL: Contad hasta diez

LUNES 27 DE ABRIL


«Algo que olvidamos: España no es Twitter, afortunadamente».

Se lo leí ayer a Ramón Lobo, periodista que fue corresponsal de guerra y que al contrario que a otros de apellido impronunciable a los que se les ha ido la pinza, es un opinador en general comedido y cabal en base a su dilatada experiencia.

Todo esto viene a propósito de las cuatro imágenes (o diez, lo mismo me da) que circularon ayer envueltas del ruido y la furia de aquellos que ven que los comportamientos incívicos retratados de padres que salían con sus hijos, sin respetar las reglas necesarias para evitar la trasmisión potencial del maldito virus, iban a ser motivo para prolongar el confinamiento.

Cuatro imágenes (o diez, me vuelve a importar lo mismo) no representan la extensión ni la población del segundo país más grande de Europa Occidental, con 47 millones de personas. Pero hicieron mucho daño. Y causaron más desánimo. En serio, ¿era necesario que todos los que os indignasteis por esas cuatro imágenes (o diez, que me importa un carajo), que son totalmente reprochables, las compartierais en vuestras redes soltando pestes y convirtiendo esos casos, seguramente particulares, en categoría?

Mención aparte para los idiotas que han visto esto como una clara jugada maestra del gobierno socialcomunista para justificar mantener el confinamiento con un oscuro propósito de autogolpe de estado.

El caso es que ayer, la enfermera desconocida que me cuenta de tanto en tanto cómo vive esto, estaba desmoralizada porque teme que el próximo sábado 2 de mayo va a salir todo el mundo a la calle en plan fiesta y por tanto el trabajo que han hecho hasta ahora, jugándose su propia vida, no va a servir para nada. Esas sensaciones están motivadas precisamente por las imágenes que circularon ayer. Y no, no es hora de desmotivar a quienes están haciendo la parte más dura de esto.

Bastante tiene con lo que se enfrenta a diario. Ayer me contó que lleva dos noches sin dormir, y que además tuvo que llamar al sacerdote del hospital para que le diera la extremaunción a un paciente. Nunca ha fallecido nadie en su turno, pero tenía un enfermo que temía que no iba a superarlo, y por eso llamó al cura tras haber consultado con la familia. Cuando se incorporó por la mañana le confirmaron que falleció durante la noche, y me contó que ella y otros auxiliares estuvieron rezando con el sacerdote dando el último adiós al paciente.

No soy creyente, me desnudé de fe a los 14 años, y durante todo este tiempo (casi tres décadas) he reflexionado mucho sobre la fe, la religión y las Iglesias. Siempre he sido muy beligerante, y lo seguiré siendo, contra la intromisión de la religión como institución humana en la vida de las personas, contra la intención de obispos, rabinos e imanes de influir en las leyes y formas de gobierno; y aunque también intento exponer muchas veces los motivos de mi Razón contra la Fe (tenemos suficientes conocimientos de antropología, teología, sociología, psicología, historia, física, química, biología, astrofísica como para saber que los ritos del rezo de viernes, el Sabbath o las misas de los domingos y toda la parafernalia que rodea la plasmación de la fe, no son más que una invención humana que poco o nada tienen que ver con la existencia de un ser superior que haya creado este mundo infinito, y que además nos escuche en nuestra ínfima importancia); digo que a pesar de eso, si alguien cree, es improbable que la Razón tumbe a la Fe. Y ayer le decía a la enfermera desconocida que mi no creencia no significa que no me parezca un gesto precioso lo que hizo: acompañar a esa persona en sus últimos momentos de la forma en que su familia hubiera querido, es algo que no forma parte de sus obligaciones, como agarrar de la mano a los pacientes para que no se sientan solos, pero lo hizo, y eso es bueno y bonito. Tiene el valor de la esperanza que proporciona, tanto para ella como para de alguna manera a la familia, que dentro del dolor ha encontrado un gesto que lo amortigua.

Desde mi agnosticismo y mi apostasía le confirmé que si una cosa buena tiene una fe, es que está diseñada para afrontar esto, para encontrar un sentido al horror de la vida en tiempos difíciles. Y le animé a que ella que puede como creyente, utilice esa herramienta, por muy dura que sea la realidad, porque en la religión tiene respuestas contra el desánimo causado por esas cuatro imágenes (o diez, que insisto en que da igual). No es el momento de sembrar la duda en nadie, es el momento de actuar. El análisis tendrá que venir luego.

Por tanto, no me han desmoralizado esas cuatro imágenes, a mí lo que me desmoraliza es la insistencia en la estupidez y en la inquina, el ruido y la furia. Pero por fortuna parece que esa epidemia de estulticia está bastante acotada y es poco infecciosa, por lo que veo en mis redes: están los idiotas de siempre, los crónicos que no dudan en retratar su estupidez y falta de perspectiva permanente, y luego algunos que caen en casos puntuales con contagios pasajeros de furia infantil. Por favor, ahora guardaos vuestra furia, contad hasta diez, pensad si exponer vuestro enfado sirve solo para vuestro propio alivio o si va a ayudar a alguien. Y ya luego compartís o no. Usad un poquito la cabeza antes de ejercer vuestra libertad de expresión.

Y hablando de todo un poco, hoy he vuelto a hacer ejercicio con cierta intensidad (50 minutos además) y mi gemelo izquierdo no se ha quejado después de los últimos días de estiramientos y manipulaciones solitarias (del gemelo…).

Entre eso y que hoy he aprovechado el relleno que me sobró para las berenjenas del otro día como salsa para unos macarrones, pues estoy orgulloso de mí mismo y mi capacidad de intendencia hogareña. Incluso estoy bebiendo menos cerveza de la esperada. Tenía programada para mañana mi próxima salida al súper, pero no sé si alargarla un poco (lo estudiaré, que el viernes es festivo y como lo retrase me encontraré mucha gente el jueves).

La luz de la cocina ya tal (como diría el marchador).



David 40 – Nocilla 0

3 comentarios:

  1. Según pude ver no creo que fuera algo tan minoritario. En mi pueblo no tardaron en circular imágenes por las redes de varios grupos de personas que se estaban bañando en el río con su neverita y todo, y justo delante de mi casa observé que la mayoría iba con sus niños en pareja y no en solitario como debería. Y qué decir de la chica a la que le escuché gritar que había quedado con las amigas en la calle de arriba...

    En lo personal, puedo decirte que tengo algunos familiares que son médicos y que están bastante indignados. Obviamente, temen que todo el sacrificio que han hecho hasta ahora no haya servido para nada por culpa de esos irresponsables, y visto lo visto no les falta razón. Es como si, después de todo lo vivido, siguieran sin tomarse en serio la situación.

    Un saludo.

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    1. Gracias por tu comentario.

      Quiero creer que no somos tan inconscientes como sociedad, o que en todo caso el ruido montado durante todo el domingo haya servido para que los infractores hayan recapacitado y que dentro de una o dos semanas no haya un repunte atribuible a esta primera salida de los niños.

      Saludos.

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    2. Sí, yo también quiero creer que es cosa de los primeros días.

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