lunes, 6 de abril de 2020

(OTRO) DIARIO PARA UN CONFINAMIENTO POR PANDEMIA GLOBAL: maldito Robert Smith.


LUNES 6 DE ABRIL


Justo cuando he comenzado a escribir esto, Youtube se me ha marcado en la reproducción aleatoria el Friday I’m in love de The Cure, que comienza diciendo que «I don’t care if Monday is blue» (No me importa que el lunes sea triste), y me he acordado de dos cosas: primera, que el lunes pasado no estaba de buen ánimo (hoy sí aunque esté en inactividad sin saber muy bien qué he de gestionar en el futuro más cercano), y segunda, que a la que fue mi pareja durante ocho años le gustaba la puñetera melancolía de The Cure y que indefectiblemente siempre que escuche a los de Robert Smith, para bien o para mal, me acordaré de ella. Es más, ella hacía la broma de que sólo nos casaríamos si quien oficiaba la boda era Robert Smith, o Joaquín Reyes disfrazado de Robert Smtih, lo que ya sí que le daba un poco de canguelo porque me veía capaz de contratarlo (no lo hubiera hecho, pero no me neguéis que no habría sido un puntazo).

En serio, no consigo quitarme la ligera sensación de culpabilidad que tengo encima por estar pasando esto, por ahora, de una forma relativamente privilegiada: estoy cobrando, se me ha acabado el trabajo y no tengo perspectivas de que me den otra ocupación (en algo que me va a interesar cero) de aquí a que volvamos a la normalidad, que será el momento en el que posiblemente haga efectiva mi mudanza a Elche; así que no tengo ningún estrés laboral desde el pasado día 1, estoy ahorrando dinero para cuando empiece esa nueva etapa pero no me privo de comprarme unas gambas para hacerme a la plancha, y en definitiva aún no he entrado en la barrena del pijamismo o de los horarios cambiados cuando no tienes obligaciones laborales.

Como cena no está mal.

La verdad es que escribir este diario ayuda mucho. Hoy por ejemplo se me ha echado el tiempo encima porque debía preparar también la sección de radio que tengo cada dos martes en Radio Elche (Libros y música para un paseo en Vespa), así que son las 20:22, tengo una llamada pendiente y no he podido hacer ejercicio hoy aunque tengo unas agujetas terribles de ayer (en serio, las planchas y los ejercicios de suelo me están matando, pero el cardio lo llevo muy bien, como dije el otro día, prefiero morir de pie antes que vivir de rodillas).

Voy a tener que planificar mi ociosidad: quiero preparar los contenidos del negocio que voy a empezar en Alicante, empezar a escribir la segunda parte de mi novela juvenil, presentar la declaración de la Renta y leer y ver más cine… Pero cuando me quiera dar cuenta, o me han asignado a otro proyecto, o se habrá terminado el confinamiento. El sábado dije «no hacer nada y descansar el cerebro tampoco es mala opción, tampoco nos vayamos a agobiar», pero aun así no dejo de sentirme ligeramente culpable de no hacer nada… Tengo la sensación de que no voy a aprovechar este tiempo de ociosidad, cuando el tiempo de ociosidad es precisamente para hacer nada. La ociosidad es la negación del negocio, que a su vez es la negación del ocio.

Quien me entienda que me compre.

Hace unos días, un compañero de la editorial Descentrados me envió un correo para iniciar una cadena de intercambio de poemas, propios o de otros, que nos puedan ayudar en estos tiempos, y hoy he recibido, después de participar en ello, el siguiente poema de Vicente Gallego, recibido por un desconocido Dr. Víctor, contacto de un contacto mío, y al que le he dado las gracias porque me viene al pelo para contar estas sensaciones extrañas de las que os he hablado hoy.

Quizá debiera hoy felicitarme,
recibir mi cordial enhorabuena
por tantos equilibrios, por estar
aquí, sencillamente,
sencillamente pero nada fácil
habitar esta tarde, haberla conquistado
a través de batallas,
caídas, días grises, desamores, olvidos,
pequeños triunfos, muertes
muy pequeñas también,
pero también muy grandes.
Haber llegado aquí, hasta esta luz
que anoto para luego,
para acordarme luego, cuando sea difícil
admitir la existencia de esta tarde
a la que llego solo, disponible,
sano, joven aún, y decidido incluso
a olvidar el cansancio, la experiencia,
convencido de nuevo de que sí,
de que a partir de hoy, acaso, todo
lo que tanto he soñado, todavía,
pudiera sucederme.

Vícente Gallego

Pero si echo la vista corta atrás, en el día de hoy, tampoco puedo decir que haya sido desaprovechado. He tenido un día musical interesante, siempre hay gente que aporta y que te descubre cosas nuevas. Sí, sólo por eso el lunes ha valido la pena.



David 19 – Nocilla 0



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