VIERNES 3 DE ABRIL
A lo largo de estas semanas se
están posponiendo multitud de actividades festivas, culturales, deportivas,
sociales, educativas o laborales y de cualquier tipo hasta la segunda mitad o
incluso el último tercio del año. Sin embargo hay algo que se está adelantando:
la Navidad. Sí, esto es como una Navidad extraña, sacada de su tiesto, sin
cenas en familia, sin turrón ni afortunadamente villancicos ni jerséis o
gorritos sonrojantes, pero de alguna forma estamos gran parte de nosotros «infectados»
de esa necesidad de acordarnos de los que nos importan, de dar ronda de
llamadas a familiares, amigos y conocidos, aunque sea un breve «qué tal vais,
cómo lo estáis llevando» en un mensaje de Whastapp, estamos preocupados de
hacer saber a la gente que nos importa, que efectivamente nos importan. Hace
años que me bajé en general del espíritu navideño, he dejado de participar en
esa especie de obligación por decreto de que en esas fechas hemos de ser buenos
porque es lo que toca. Sin embargo sea bienvenida ahora esta especie de
espíritu navideño en el que no hay obligación, sino deseo sincero de saber por
los que ya no nos pueden rodear por culpa de este confinamiento inesperado.
Respecto a esto llevo unos días preguntándome
sobre la forma en que estoy viviendo el aislamiento social. Hoy, mientras hacía
la compra, lo whastappeaba con una
amiga a propósito de que ella, antes de que empezara el confinamiento, se
agenció alguien con quien pasarlo. Le expliqué que, conociéndome y viendo cómo
estoy llevando esto solo, no sé si me veo acompañado todo este tiempo en un
apartamento como el mío conviviendo así, con alguien con quien nunca antes lo
había hecho. Ella misma me ha aceptado que fue un atrevimiento meterlo en casa.
Yo debería haber estado muy seguro de esa persona para haberme atrevido, pero a
ella le está saliendo bien, no se arrepiente y admite que aunque a veces raro (qué
no es raro en estos tiempos) es en general reconfortante. Me alegro mucho por
ella, es alguien a quien aprecio, y ver que ha encontrado la forma de afrontar
esto, que la apuesta le ha salido bien y que supera la prueba de fuego de
pareja en la que se ha metido pues no puede hacer más que alegrarme. Esto es
algo que se nos olvida a veces: alegrarnos por las cosas buenas que les pasan a
quienes nos importan.
Pero ahondando en la reflexión
que le hacía sobre las dudas que tengo sobre mí, sobre si habría hecho lo mismo
que ella si hubiera tenido la opción; me he dado cuenta de que estoy llevando
esta soledad mejor de lo que pensé. Le contaba que me estoy descubriendo como
un tipo solitario con grandes habilidades sociales. Mi ex me decía hace años
entre bromas, pero ajustando el tiro, que soy un robotito sin sentimientos, programado
para mostrar la mejor sonrisa y para hacer sentir a los demás que me preocupo
por ellos, pero que en realidad todo es una máscara. No sé, a veces me percibo
como un asperger autoconsciente, un egocéntrico en plan Sheldon Cooper
simpático y autocontrolado que sabe que ha de hacer llamadas, enviar mensajes y
preguntar a los demás cómo lo están llevando porque es lo que se espera de él,
porque es lo que los demás necesitan; y que por eso aprendo a hacerlo, aunque
mi egocentrismo me podría tener ensimismado en mí mismo sin acordarme de nadie.
O quizá no y todo es una paranoia
mía desde que ella me dijo lo de robotito hace ya tantísimos años.
Bueno, sobre cosas menos internas…
Ayer al final no me dio tiempo a hacer ejercicio porque en cuanto terminé de
preparar el diario, apenas tuve 20 minutos hasta la primera de las dos
videoconferencias de la tarde (saltándome además la de la familia). Luego había
que cenar y relajarse antes de dormir. Me dije: mañana haces doble sesión
cuando vuelvas de la compra, que no tienes limpieza programada ni trabajo. Pero
oye… Que por espaciar las salidas, y que si la semana que viene hay días
festivos, pues he regresado cargado como un mulo el kilómetro que me separa del
súper. Seis horas después aún tengo los hombros doloridos, así que el ejercicio
de hoy ya está más que hecho, porque ha sido una prueba de resistencia notable.
Y encima he olvidado la ristra de ajos, imprescindible para guisar. Volveré a
recurrir a mi vecina a cambio de alguna ración de arroz del domingo, huevos,
fuet o vino (que de estas tres últimas cosas me estoy pasando)
Lubina a la sal que me he cascado hoy. Un hom,enaje...
¡Y una buena noticia! ¡Por fin
encontré vermú para el aperitivo!
David 16 – Nocilla 0
PS: No, la Nocilla no se me va a
caducar.
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