viernes, 3 de abril de 2020

(OTRO) DIARIO PARA UN CONFINAMIENTO POR PANDEMIA GLOBAL: Sheldon Cooper


VIERNES 3 DE ABRIL


A lo largo de estas semanas se están posponiendo multitud de actividades festivas, culturales, deportivas, sociales, educativas o laborales y de cualquier tipo hasta la segunda mitad o incluso el último tercio del año. Sin embargo hay algo que se está adelantando: la Navidad. Sí, esto es como una Navidad extraña, sacada de su tiesto, sin cenas en familia, sin turrón ni afortunadamente villancicos ni jerséis o gorritos sonrojantes, pero de alguna forma estamos gran parte de nosotros «infectados» de esa necesidad de acordarnos de los que nos importan, de dar ronda de llamadas a familiares, amigos y conocidos, aunque sea un breve «qué tal vais, cómo lo estáis llevando» en un mensaje de Whastapp, estamos preocupados de hacer saber a la gente que nos importa, que efectivamente nos importan. Hace años que me bajé en general del espíritu navideño, he dejado de participar en esa especie de obligación por decreto de que en esas fechas hemos de ser buenos porque es lo que toca. Sin embargo sea bienvenida ahora esta especie de espíritu navideño en el que no hay obligación, sino deseo sincero de saber por los que ya no nos pueden rodear por culpa de este confinamiento inesperado.

Respecto a esto llevo unos días preguntándome sobre la forma en que estoy viviendo el aislamiento social. Hoy, mientras hacía la compra, lo whastappeaba con una amiga a propósito de que ella, antes de que empezara el confinamiento, se agenció alguien con quien pasarlo. Le expliqué que, conociéndome y viendo cómo estoy llevando esto solo, no sé si me veo acompañado todo este tiempo en un apartamento como el mío conviviendo así, con alguien con quien nunca antes lo había hecho. Ella misma me ha aceptado que fue un atrevimiento meterlo en casa. Yo debería haber estado muy seguro de esa persona para haberme atrevido, pero a ella le está saliendo bien, no se arrepiente y admite que aunque a veces raro (qué no es raro en estos tiempos) es en general reconfortante. Me alegro mucho por ella, es alguien a quien aprecio, y ver que ha encontrado la forma de afrontar esto, que la apuesta le ha salido bien y que supera la prueba de fuego de pareja en la que se ha metido pues no puede hacer más que alegrarme. Esto es algo que se nos olvida a veces: alegrarnos por las cosas buenas que les pasan a quienes nos importan.

Pero ahondando en la reflexión que le hacía sobre las dudas que tengo sobre mí, sobre si habría hecho lo mismo que ella si hubiera tenido la opción; me he dado cuenta de que estoy llevando esta soledad mejor de lo que pensé. Le contaba que me estoy descubriendo como un tipo solitario con grandes habilidades sociales. Mi ex me decía hace años entre bromas, pero ajustando el tiro, que soy un robotito sin sentimientos, programado para mostrar la mejor sonrisa y para hacer sentir a los demás que me preocupo por ellos, pero que en realidad todo es una máscara. No sé, a veces me percibo como un asperger autoconsciente, un egocéntrico en plan Sheldon Cooper simpático y autocontrolado que sabe que ha de hacer llamadas, enviar mensajes y preguntar a los demás cómo lo están llevando porque es lo que se espera de él, porque es lo que los demás necesitan; y que por eso aprendo a hacerlo, aunque mi egocentrismo me podría tener ensimismado en mí mismo sin acordarme de nadie.

O quizá no y todo es una paranoia mía desde que ella me dijo lo de robotito hace ya tantísimos años.

Bueno, sobre cosas menos internas… Ayer al final no me dio tiempo a hacer ejercicio porque en cuanto terminé de preparar el diario, apenas tuve 20 minutos hasta la primera de las dos videoconferencias de la tarde (saltándome además la de la familia). Luego había que cenar y relajarse antes de dormir. Me dije: mañana haces doble sesión cuando vuelvas de la compra, que no tienes limpieza programada ni trabajo. Pero oye… Que por espaciar las salidas, y que si la semana que viene hay días festivos, pues he regresado cargado como un mulo el kilómetro que me separa del súper. Seis horas después aún tengo los hombros doloridos, así que el ejercicio de hoy ya está más que hecho, porque ha sido una prueba de resistencia notable. Y encima he olvidado la ristra de ajos, imprescindible para guisar. Volveré a recurrir a mi vecina a cambio de alguna ración de arroz del domingo, huevos, fuet o vino (que de estas tres últimas cosas me estoy pasando)

Lubina a la sal que me he cascado hoy. Un hom,enaje...

¡Y una buena noticia! ¡Por fin encontré vermú para el aperitivo!


David 16 – Nocilla 0


PS: No, la Nocilla no se me va a caducar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario