martes, 28 de abril de 2020

(OTRO) DIARIO PARA UN CONFINAMIENTO POR PANDEMIA GLOBAL: Un gato en una Vespa


MARTES 28 DE ABRIL


Finalmente decidí ir hoy a hacer la compra porque el martes es supuestamente uno de los días en los que menos gente va al súper, aunque podría haber aguantado un par de días más, a excepción de las almendras del desayuno, pero teniendo en cuenta que vienen un par de días festivos, el jueves se va a acumular mucha gente, así que hago mi operación salida en plan escalonada, tal y como pide la Dirección General de Tráfico.

De camino al súper, al pasar por las obras de urbanización de la antigua fábrica de Mahou, me ha llamado la atención la quietud. Las máquinas estaban paradas pero los operarios estaban allí, distribuidos por toda la parcela, como tachones amarillos por los chalecos, quietos aquí y allá, como congelados, en stand-by. Qué raro era. Pero claro, ¿qué puedes hacer en la obra a la hora del almuerzo si no hay bares abiertos ni puedes sentarte con los compañeros a compartir charla mientras te tomas el bocata? Estar quieto, sentado en un bordillo, apoyado en una máquina, encerrado en tus pensamientos. En el trayecto de regreso ya estaba todo en marcha, ya parecía todo normal, como si fuera una mañana cualquiera de un martes de primavera junto a una obra (en uno de los taludes unas amapolas hablaban de la inalterabilidad y lo efímero de la Naturaleza).

Ahí están: amapolas esperando a que digamos que nos ha jodido mayo con las flores.

En el súper he vuelto a encontrarme, como hace un par de semanas, con uno de mis vecinos, el que sólo veo en verano en los ratos de piscina con sus hijas. Y no he podido evitar decirle: «Hay que ver, en verano nos vemos en la piscina, y en las pandemias nos vemos en el súper». Esta vez no he ido reculando poco a poco hacia detrás por si se me acercaba. Hace un par de semanas sí que terminé «acorralado» contra los pañales, pero esta mañana no he pegado el culo contra el expositor de hamburguesas y carne picada.

En todo caso, esta salida al súper y la confección de la lista de la compra me ha servido para darme cuenta de que no consumo casi nada de pan, aunque la visita al contenedor del vidrio es igual de ruidosa cada semana.

Este confinamiento también me está sirviendo para hacer cosas impensables, como limpiar el cubo del reciclaje. ¡Madre mía! El estropajo que he usado ha ido directamente a la basura.

Y bueno, pocas más cosas me han pasado hoy. La anécdota del día, más allá de la salida al súper, es que he bajado al garaje para darle vidilla a mi parque móvil. Coche y moto han arrancado sin problemas después de 17 días tras la última vez que los puse en marcha, el Sábado Santo. La sorpresa ha llegado cuando he querido subirme a la moto, para modificar la posición de las ruedas, y he descubierto que el sillín estaba muy sucio… Temo que un gato duerme y/o se limpia el culo en el asiento de mi moto.



David 41 – Nocilla 0


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