martes, 7 de abril de 2020

(OTRO) DIARIO PARA UN CONFINAMIENTO POR PANDEMIA GLOBAL: Huevos fritos.


MARTES 7 DE ABRIL


No estoy durmiendo del todo bien estos días. Me despierto más a menudo y recuerdo más sueños. Cuando me acuesto, sobre todo en lo que llevamos de mes de abril, me voy a la cama con una sensación contradictoria de estar y no estar de vacaciones, con el sentimiento extraño de que aunque todo está patas arriba ahí fuera. Mi normalidad «sólo» se ha visto alterada por el momento en la no salida a la calle y en el estado de barbecho indefinido en el que estoy en el trabajo. No sé, bien visto sé que mi propia situación no es normalidad (casi nadie tiene normalidad ahora mismo en su vida), pero algo dentro de mí me impide encender ninguna alarma porque por ahora no tengo opciones de preocuparme de nada de lo que pueda ocuparme. Los síntomas de que las cosas no me funcionan de la forma habitual son sólo este diario y el dormir un poco menos bien.

Pero todo esto de dormir irregular venía porque esta última noche, en algún momento en el que me he despertado, recuerdo haber tenido una idea genial para empezar el diario de hoy, alguna reflexión profunda y sincera que os haría abrir los ojos impresionados, sonreír por mi ocurrencia ingeniosa… Y sin embargo os estoy contando que no tengo ni idea de qué demonios trataba esa revelación nocturna. Da mucha rabia esa sensación de haber perdido dentro de tu cabeza algo realmente bueno. No es la primera vez que me pasa. Esto de escribir hace que esté alerta para retener las ideas en potencia brillantes que pudieran servir como argumentos o giros de guion de lo que tengo a medio escribir. Pero eso suele pasarme en general de noche, y siempre queda como un recuerdo de que he tenido esa idea genial. En realidad dudo de que no sea más que una trampa del cerebro cuando se recompone cada noche y no haya tal genialidad, sino un artificio que te hace creer que has tenido una buena idea, y que por eso no hay ninguna maravilla que recordar, sino tan solo la creencia de que tienes buenas ideas inexistentes.

Así que hoy me he despertado recordando que a mitad de noche me dije en sueños: «David, quédate con esta idea para empezar el diario mañana», y así he andado medio día, preguntándome qué era esa idea genial. Preocupaciones del primer mundo.

Quizá estaba relacionado con un juego al que jugué anoche por Whastapp con una amiga: el de ir proponiendo palabras y soltar lo primero que te venga a la cabeza. Es un ejercicio interesante y entretenido para conocer y conocerte, pero hay que hacerlo con agilidad, sin cortarse, soltando las palabras a bocajarro. Es un juego en el que, a modo de clickbait del Huffington Post: «Lo que leerás a continuación te sorprenderá…».

En otro orden de cosas, hoy he tenido mi sección en la radio. Empecé a grabarlo en vídeo como hace dos semanas, para ponerlo en las redes, pero por problemas técnicos hemos tenido que desistir. En todo caso os dejo aquí los libros que he recomendado para la chavalada que estos días va a estar de vacaciones, encerrados en casa sin clases telemáticas. Son libros relacionados de alguna manera con asedios y aislamientos, que además tienen interés por los hechos históricos que relatan, y quizá a los que están estudiando ahora Historia de España les puede valer:

  • El asedio, de Arturo Pérez-Reverte, situada en el Cádiz sitiado por los franceses entre 1811 y 1812. Una historia policíaca que además cuenta cómo era la sociedad gaditana de la época y cómo funcionaba el comercio con América.
  • Cádiz, octavo de los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós, situado en el mimo sitio y mismo lugar que El asedio.
  • Zaragoza y Gerona, 6º y 7º de los episodios de Galdós respectivamente, que narran el horror del sitio que sufrieron ambas ciudades por los franceses durante la Guerra de Independencia.
  • La isla misteriosa, de Julio Verne, en la que unos prisioneros yanquis en una ciudad sureña, en la que están confinados durante la guerra de Secesión norteamericana, consiguen huir en un globo aerostático pero terminan en una isla del Pacífico Sur. Esta novela, y todas las cosas que sabía hacer el ingeniero militar Cyrus Smith, son uno de los motivos por los que decidí estudiar ingeniería.
  • El mundo perdido, de Arthur Conan Doyle (el creador de Sherlock Holmes), en el que un grupo expedicionario de científicos, junto con un periodista y un cazador, exploran una meseta aislada en las selvas sudamericanas, entre Brasil y Venezuela; donde sobreviven animales y homínidos prehistóricos debido al confinamiento al que se vieron sometidos en esa meseta aislada.
Además, a propósito del libro de Pérez-Reverte, he recomendado sus otras novelas relacionadas con la guerra de Independencia. Son interesantes por lo bien documentadas que están y por cómo cuentan los horrores de la guerra. Creo que pueden ser útiles para que la chavalada se pueda interesar con la Historia y de cómo llegaron aquí los ideales de la Revolución Francesa, cristalizados en la Constitución de 1812. Esos libros son:

  • Cabo Trafalgar, que también tiene dedicado el primer episodio de Galdós: Trafalgar.
  • Un día de cólera, sobre el motín del 2 de mayo de 1808 en Madrid, que también fue narrado por Benito Pérez Galdós en El 19 de marzo y el2  de mayo.
  • La sombra del águila, la accidentada historia de un batallón de soldados españoles enrolados contra su voluntad en la campaña napoleónica en Rusia.

Estos son los que tengo en casa.

Pero como no todo en esta vida es alimentar el cerebro con la palabra, sino que también hay que meterse comida al coleto, simplemente os quiero contar que hoy he comido lentejas, y que cuando era crío y comía lentejas en casa de mi abuela Carmen, siempre nos solía hacer un huevo frito de segundo. Así que hoy en día, más de treinta años después. Cada vez que me hago lentejas me veo condicionado a hacerme uno (o dos) huevos fritos y me acuerdo de mi abuela Carmen.

Y de segundo, dos huevos fritos.

De postre manzana, nada de dulce...



David 20 – Nocilla 0


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