MARTES 7 DE ABRIL
No estoy durmiendo del todo bien estos
días. Me despierto más a menudo y recuerdo más sueños. Cuando me acuesto, sobre
todo en lo que llevamos de mes de abril, me voy a la cama con una sensación contradictoria
de estar y no estar de vacaciones, con el sentimiento extraño de que aunque
todo está patas arriba ahí fuera. Mi normalidad «sólo» se ha visto alterada por
el momento en la no salida a la calle y en el estado de barbecho indefinido en
el que estoy en el trabajo. No sé, bien visto sé que mi propia situación no es
normalidad (casi nadie tiene normalidad ahora mismo en su vida), pero algo
dentro de mí me impide encender ninguna alarma porque por ahora no tengo
opciones de preocuparme de nada de lo que pueda ocuparme. Los síntomas de que
las cosas no me funcionan de la forma habitual son sólo este diario y el dormir
un poco menos bien.
Pero todo esto de dormir irregular
venía porque esta última noche, en algún momento en el que me he despertado,
recuerdo haber tenido una idea genial para empezar el diario de hoy, alguna
reflexión profunda y sincera que os haría abrir los ojos impresionados, sonreír
por mi ocurrencia ingeniosa… Y sin embargo os estoy contando que no tengo ni
idea de qué demonios trataba esa revelación nocturna. Da mucha rabia esa
sensación de haber perdido dentro de tu cabeza algo realmente bueno. No es la
primera vez que me pasa. Esto de escribir hace que esté alerta para retener las
ideas en potencia brillantes que pudieran servir como argumentos o giros de
guion de lo que tengo a medio escribir. Pero eso suele pasarme en general de
noche, y siempre queda como un recuerdo de que he tenido esa idea genial. En
realidad dudo de que no sea más que una trampa del cerebro cuando se recompone
cada noche y no haya tal genialidad, sino un artificio que te hace creer que
has tenido una buena idea, y que por eso no hay ninguna maravilla que recordar,
sino tan solo la creencia de que tienes buenas ideas inexistentes.
Así que hoy me he despertado
recordando que a mitad de noche me dije en sueños: «David, quédate con esta
idea para empezar el diario mañana», y así he andado medio día, preguntándome
qué era esa idea genial. Preocupaciones del primer mundo.
Quizá estaba relacionado con un
juego al que jugué anoche por Whastapp con una amiga: el de ir proponiendo
palabras y soltar lo primero que te venga a la cabeza. Es un ejercicio interesante
y entretenido para conocer y conocerte, pero hay que hacerlo con agilidad, sin
cortarse, soltando las palabras a bocajarro. Es un juego en el que, a modo de clickbait del Huffington Post: «Lo que leerás a continuación te sorprenderá…».
En otro orden de cosas, hoy he tenido
mi sección en la radio. Empecé a grabarlo en vídeo como hace dos semanas, para
ponerlo en las redes, pero por problemas técnicos hemos tenido que desistir. En
todo caso os dejo aquí los libros que he recomendado para la chavalada que
estos días va a estar de vacaciones, encerrados en casa sin clases telemáticas.
Son libros relacionados de alguna manera con asedios y aislamientos, que además
tienen interés por los hechos históricos que relatan, y quizá a los que están
estudiando ahora Historia de España les puede valer:
- El asedio, de Arturo Pérez-Reverte,
situada en el Cádiz sitiado por los franceses entre 1811 y 1812. Una
historia policíaca que además cuenta cómo era la sociedad gaditana de la época
y cómo funcionaba el comercio con América.
- Cádiz, octavo de los Episodios Nacionales
de Benito Pérez Galdós, situado en el mimo sitio y mismo lugar que El asedio.
- Zaragoza y Gerona, 6º y 7º de los episodios de Galdós respectivamente,
que narran el horror del sitio que sufrieron ambas ciudades por los
franceses durante la Guerra de Independencia.
- La isla misteriosa, de Julio Verne,
en la que unos prisioneros yanquis en una ciudad sureña, en la que están
confinados durante la guerra de Secesión norteamericana, consiguen huir en
un globo aerostático pero terminan en una isla del Pacífico Sur. Esta
novela, y todas las cosas que sabía hacer el ingeniero militar Cyrus
Smith, son uno de los motivos por los que decidí estudiar ingeniería.
- El mundo perdido, de Arthur Conan
Doyle (el creador de Sherlock Holmes), en el que un grupo expedicionario
de científicos, junto con un periodista y un cazador, exploran una meseta
aislada en las selvas sudamericanas, entre Brasil y Venezuela; donde
sobreviven animales y homínidos prehistóricos debido al confinamiento al
que se vieron sometidos en esa meseta aislada.
Además, a propósito del libro de
Pérez-Reverte, he recomendado sus otras novelas relacionadas con la guerra de
Independencia. Son interesantes por lo bien documentadas que están y por cómo
cuentan los horrores de la guerra. Creo que pueden ser útiles para que la
chavalada se pueda interesar con la Historia y de cómo llegaron aquí los ideales
de la Revolución Francesa, cristalizados en la Constitución de 1812. Esos
libros son:
- Cabo Trafalgar, que también tiene
dedicado el primer episodio de Galdós: Trafalgar.
- Un día de cólera, sobre el motín
del 2 de mayo de 1808 en Madrid, que también fue narrado por Benito Pérez
Galdós en El 19 de marzo y el2 de mayo.
- La sombra del águila, la
accidentada historia de un batallón de soldados españoles enrolados contra
su voluntad en la campaña napoleónica en Rusia.
Pero como no todo en esta vida es
alimentar el cerebro con la palabra, sino que también hay que meterse comida al
coleto, simplemente os quiero contar que hoy he comido lentejas, y que cuando
era crío y comía lentejas en casa de mi abuela Carmen, siempre nos solía hacer un
huevo frito de segundo. Así que hoy en día, más de treinta años después. Cada vez
que me hago lentejas me veo condicionado a hacerme uno (o dos) huevos fritos y
me acuerdo de mi abuela Carmen.
Y de segundo, dos huevos fritos.
De postre manzana, nada de dulce...
David 20 – Nocilla 0
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