DOMINGO 5 DE ABRIL
¿Cómo podéis estar seguros de que
no os estoy engañando con mi reto de no comerme el bote de Nocilla que hace
tantos días que compré y de la que jornada a jornada os voy dando el contador
de cómo venzo la tentación?
Es una cuestión de confianza, de
credibilidad, un pacto tácito en el que quienes me leéis aceptáis la sinceridad
de lo que os cuento y yo confío en que me creéis. Y hace falta valor, tanto
para superar estos retos que nos imponemos, por pequeños que sean; como para
confiar en quienes nos rodean al otro lado de la pantalla. La confianza es la
base de la civilización. Dicen que lo que mueve el mundo es el amor, o el
dinero, también el sexo, muchos que la ambición… Pero la civilización y el
intercambio pacífico entre culturas, más allá de guerras, conquistas e
invasiones, se edificó sobre los cimientos de la confianza necesaria para que
naciera el comercio: intercambiamos tus productos de alfarería por mis cabras,
tus telas por mis monedas que te prometo que son de oro y que tú podrás usar
para intercambiar con otro por sus herramientas para trabajar la tierra; y
además sabes que el año que viene regresaré en mi barco desde el otro lado del
mar para comprarte todo lo que hayas estado manufacturando a lo largo de este
año. Confía en mí. Los pagarés y otros documentos similares para comprometerse
a cumplir con los requisitos del intercambio comercial sin necesidad de pagar
en el instante, es decir, con el concurso de la confianza entre las partes de
ese intercambio fue algo que se dio hace más de 2.500 años allá por Sumeria o
Babilonia, en la actual Iraq.
Pues eso, la confianza es parte
de nuestro desarrollo como animal social, y necesitamos generar confianza, y
tener valor para confiar en los demás. Yo os digo: «No he abierto el tarro de
Nocilla», y confío en que tengáis confianza en mí.
Hace falta Valor.
Vale, es cierto, a veces es
necesario un pequeño apoyo para vencer los retos, pero al final tenemos que
tener claro que los retos sólo los vencemos si los encaramos con decisión. Y
esto es igual para los fantasmas interiores que a veces nos pellizcan en el
corazón: se diluirán como un azucarillo si les invitamos a casa, los miramos
cara a cara y les decimos «Puedes irte libremente». Porque es así, nos creemos
presos de esos fantasmas, pero en realidad la mayoría de las veces son esos
fantasmas los que están presos en nuestra cabeza y no los dejamos marchar. Esto
vale para un espectro muy amplio de vivencias. Por ejemplo, la semana pasada
hice un arroz de pollo y conejo para mí solo, y he de reconocer que para ser mi
primer arroz en esa paellera y en fuego de gas me salió muy bien. Pero como
todo cocinero aficionado, siempre tienes el temor de fastidiarla si haces para
más, cuando de verdad has de retratarte ante otros para que prueben tu cocina. Así
que hoy me he enfrentado a ese temor y he preparado arroz para tres (otras
proporciones, distintos tiempos…). He querido agradecer a mi vecina (no a la
petarda, que hoy está muy callada) que me trajera la semana pasada el champú y
ésta la ristra de ajos, así que la he invitardo a ella y a su muchacho a sendas
raciones de arroz. ¿Me saldría bien?
Hoy, una tal Natalia que no conozco, me ha enviado esta cita por correo, en un intercambio poético en el que he participado, y me viene al pelo para poder describir esto:
Hoy, una tal Natalia que no conozco, me ha enviado esta cita por correo, en un intercambio poético en el que he participado, y me viene al pelo para poder describir esto:
"What you are looking for is already in you…You already are everything you are seeking,"
- Thich Nhat Hanh
He contado durante la preparación
del arroz con la compañía telemática de Batman, quizá el superhéroe más auténtico,
y sin duda del más humano. En Kill Bill
Vol. 2 el personaje de David Carradine habla de Superman como su superhéroe
favorito, porque siempre es Superman, ésa es su condición mientras que Clark
Kent, su alter ego, es alguien torpe, cobarde y débil, que es la forma en que Superman
percibe a la humanidad. Pero Batman es humano 100% siempre, no tiene
superpoderes, simplemente recursos, ingenios mecánicos de su invención y
astucia, nada sobrenatural, todo factible. Y hoy no he necesitado más que de la
compañía de Batman, nada de superpoderes, para superar ese pequeño reto y alejar
a ese fantasma interior. Y me he atrevido yo solo con una paella de pollo,
conejo y alcachofa para que alguien que no fuera yo pudiera decirme si de
verdad lo estaba haciendo bien. Y eso me acaban de decir por Whatsapp.
¡Gracias por la compañía, Batman!
David 18 – Nocilla 0
Batman también quiere un platico de paella.
ResponderEliminarA Batman se le puede compensar con más que un platico de 🥘.
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